Es de tal dimensión y tan trágicas las consecuencias de esta maldita pandemia originada por el coronavirus (que se ha llevado ya por delante más de 12.000 muertos y más de 140.000 infectados, más lo que no se sabe y lo que te rondaré morena) que no debería haber otra cosa más prioritaria y esencial que la lucha que desde el frente de la Sanidad (bien mermado por cierto de los recursos suficientes) y la estrategia del Ejército y las Fuerzas de Seguridad del Estado (Guardia Civil, Policía Nacional y Policías Autonómicas (a quienes se unen en ese empuje un frente social solidario de gran mérito, aportando lo que puede). Esto es así y en consecuencia eso debería ocupar absolutamente y de forma prioritaria el interés y el esfuerzo de todas las fuerzas políticas de diferente signo, unidas y remando todas en la misma bancada de la nave. Sin embargo parece que no es así. Y no sólo deja mucho que desear esa indispensable unidad de acción —y de intención— sino que empecinadamente y por encima de la tragedia se continúan haciendo gestos de manifiesta insolidaridad que distan mucho y lo distraen del esfuerzo univoco hacia la restauración de la salud quebrantada de los españoles que por cierto estos sí que están dando con su confinamiento un elogioso ejemplo de solidaridad y respeto.
Han sido muchas las críticas que ha recibido el Gobierno a propósito de su enfrentamiento con la pandemia anunciada y tiempo habrá de depurar responsabilidades, enjuiciarlas y poner a cada uno en su sitio. Mas, en este caso, cabría citar un juicio autorizado del historiador británico Geoffrey Parker quien dijo que “la pandemia ha venido a España por falta de cuadro profesionales con experiencia y la ausencia de profesionales honestos”. Tiempo habrá de juzgarlo.
Mas no es menos cierto que en plena crisis sanitaria (en la que se cuentan los muertos y contagiados a montones) surgen voces discordantes frente al virus y distrayendo verdaderamente la atención prioritaria que necesita el respaldo de quienes se están dejando la salud y la vida por atajar la voracidad del bicho. A mi juicio se mezclan problemas puramente políticos como lo que podría ser un nuevo Pacto de la Moncloa (recordando aquellas figuras como Suárez, Abril Martorell, Fuentes Quintana, Tierno Galván, Fraga, Felipe González, Carrillo, Calvo Sotelo, etc. todos grandes políticos que supieron aunar sus ideas para una España en libertad) que Pablo Casado lo ha calificado de “señuelo” y ha apartado a los muchachos de VOX; o la insistencia en el control del Gobierno más frecuentemente; o la insistencia de los republicanos presentando una moción en el Senado pidiendo la despenalización en el Código de la figura de injurias al Rey; o la permanente insolencia del catalán Torra menospreciando la ayuda del Ejército de España para atajar su crisis diabólica; o la insistencia de enfrentar a la Prensa con el Gobierno a base de imbecilidades y de posturas de escasa transparencia guiadas por el Secretario de Estado de Comunicación. O ver también como se mezclan en lo de la pandemia cuestiones sociolaborales que tendrán en su momento el justo tratamiento como los expedientes de regulación de empleo (los famosos ERTES; o las estructuras financieras mundiales de la ministra Calviño; o la exigencia de los Sindicatos para tratar la situación económica de los trabajadores poniendo de pantalla los 3´5 millones de trabajadores ya de baja, de momento, en el mercado laboral; o el tema de las contrataciones para tareas agrarias, bien de parados españoles o mano de obra extranjera que garanticen el abastecimiento. Es más, incluso se aprovechan para pedir —en medio del caos sanitario— medidas urgentes para los productores de cochinillos. Igualmente se distrae esa atención necesaria con confrontaciones políticas en los Consejos de Ministros, los eurobonos, las caceroladas, o especulando con la posibilidad de un Gobierno de concentración o de unidad nacional; con el recreamiento de noticias falsas y bulos por la red que no hacen más que confundir y desconcertar más aún a la sociedad confinada. O el propio Pleno del otro día para extender el estado de alerta que más bien fue algo parecido a un debate sobre el estado de la Nación donde de lo que menos se habló fue de la estrategia empleada o la que tenga pensada el Gobierno para el futuro para atajar la pandemia.
Como se puede ver todos los días en los periódicos, no dejan de aflorar cuestiones que si bien derivadas de la crisis desvían el foco de la atención y el esfuerzo del Gobierno, que demanda la lucha contra el coronavirus. Una situación perversa que exige la mayor atención y profesionalidad para sacar a los españoles de la congoja que les tiene acobardados en sus hogares. Entre todos podremos con ello. Pero entre todos.
