Resultan claves en las localidades más pequeñas: ayudan a generar actividad económica, potencian el arraigo y atraen turismo para dar a conocer sus municipios

El asociacionismo es una tendencia que sigue creciendo en todos los ámbitos pero todavía más en las zonas rurales. Esa tendencia social del ser humano, innata, se refuerza cuando la idea es defender intereses comunes, sean de la índole que sean. Afecta a todas las áreas: desde el asociacionismo en sectores como el agrícola y ganadero para defender derechos y necesidades ante las instituciones, hasta el cultural, otro sector muy necesario a nivel de sociedad. Siguiendo los instintos más primarios y como ya afirmaban filósofos como David Hume o John Locke, ese asociacionismo ayuda a transformar y mejorar la realidad, y se traslada a numerosas poblaciones de la provincia de Segovia.
Según el registro de asociaciones de la Junta de Castilla y León, existen más de 600 agrupaciones de carácter cultural en Segovia y provincia. En la capital existen medio centenar de ellas de muy diversa índole, pero lo que verdaderamente llama la atención es elevado número de asociaciones en localdiades donde la población es muy reducida -cada vez más-, o incluso en entidades locales menores y barrios. Es este el verdadero síntoma de que las asociaciones culturales en las localidades más pequeñas ayudan a dinamizar y a generar actividad, tanto económica como social o turística. Por supuesto, muchas que no responden a este criterio de búsqueda en el registro, y que se agrupan bajo otros ámbitos, también realizan actividades culturales, por lo que las cifras son solo un indicativo.
Localidades más grandes de la provincia, como Cuéllar, cuentan con 44 asociaciones de este carácter, algunas combinadas con lo deportivo, vecinal, taurino y otros ámbitos que, en conclusión, generan actividad cultural como tal. Incluyen a sus barrios y entidades locales menores, en cuyos núcleos cobra una relevancia fundamental ese asociacionismo: aunado a los ayuntamientos, revitalizan fuertemente los municipios más pequeños.

FINANCIACIÓNSon muchos los ámbitos en los que el asociacionismo se desarrolla y genera actividad, y aunque no todos sean específicamente cultural, sí redundan en la cultura de una sociedad. Son ejemplo de ello, además de los citados anteriormente, las asociaciones de mujeres rurales o las de colectivos medoambientales. Estas agrupaciones vertebran la sociedad y como tal, los organismos políticos las tienen en cuenta a la hora de consignar partidas económicas. En entornos como la provincia de Segovia, la aportación de los ayuntamientos en forma de subvenciones anuales es una ayuda muy importante para ellas. Sin embargo, los gastos de las agrupaciones se sufragan normalmente, con otras actividades: se trata de una retroalimentación en la que lo recaudado en una actividad se destina a otras posteriores. Las cantidades aportadas por los ayuntamientos suelen ser simbólicas y es el propio consistorio el que establece su baremo, ya sea en función de las actividades o número de socios, por ejemplo.

SACRAMENIA, un ejemplo
Si hay un espejo en el que mirarse sobre labor de actividad cultural y asociacionismo, es el de Sacramenia. Su asociación “Fiester@s Sacramenia” deja clara la finalidad de la agrupación, pero ahondando un poco en su manera de funcionar, pronto se ve que además de mover actividades lúdicas para los jóvenes, lo que buscan es generar actividad a todos los niveles en la localidad. Sacramenia cuenta con cerca de 360 habitantes censados pero la intensidad en cada fecha puntual no entiende de esas cifras. Patricia y Sergio pertenecen a esta asociación que es, como tal, un colectivo de gente joven vinculada al pueblo y que quiere que todo el tiempo que pasan allí haya movimiento. Aunque son pocos los que forman lo que sería una junta, entre 20 y 30 jóvenes organizan las actividades de todo el año, no solo en fiestas. Desde los 22 años hasta los 39, los socios logran que Sacramenia reciba una enorme cantidad de visitantes en sus días grandes y durante todo el año. Son las actividades anuales (paellas, calderetas o gymkanas) las quesirven para sacar beneficios que redunden en el siguiente encuentro o en innovar en la siguiente fecha puntual. Así, todo el año consiguen que Sacramenia esté muy vivo. Desde puentes señalados hasta Carnaval, pasando por Semana Santa, los jóvenes de la localidad consiguen hacer memorables muchos días del calendario anual, como estos que comienzan en apenas unas horas. Patricia y Sergio son, como la mayoría de los compañeros, nietos de habitantes de Sacramenia: no han vivido en el municipio como tal pero “es lo que nos han inculcado”, amor a su tierra para hacer que siempre esté viva, y cuidar a sus vecinos con lo que puedan contribuir. Tienen claro que aunque funcionan desde 2012, todo va hacia arriba con el ánimo de seguir sumando gente, que es el llamamiento que han hecho últimamente a través de redes sociales. Necesitan nuevos miembros activos en sus filas para seguir haciendo de Sacramenia punto de referencia durante todo el año, y seguir revitalizando su parte de la comarca.

Amigos de Vegafría: 200 socios en un pueblo de 17 habitantes

La Asociación Amigos de Vegafría nació en 2004, como cuenta uno de sus antiguos vecinos, Ángel Gómez. Su propósito y pretensión no fue otro que el de crear momentos de encuentro entre todos los vegafrieños, muchos de ellos obligados a salir del pueblo. Vegafría cuenta hoy en día con 17 habitantes censados, pero doblaba la cifra dos décadas atrás. Viven unas 20 personas durante el invierno.

La asociación nacía con ilusión y con fuerza: 236 afiliados; hoy en día rondan los 200. Su núcleo de actuación está en agosto, momento en que llenan todo el mes de actividades, “y significan un verdadero encuentro entre amigos”. Principalmente hay una semana, la cultural, en la que no cesan las propuestas.

Cabe destacar que además de llenar de iniciativas, asociaciones como la de Vegafría impulsan proyectos que, de otro modo, no llegan a término. Amigos de Vegafría llevó a cabo la recuperación del órgano de su iglesia, callado durante más de 90 años. Gracias a lesta labor, “resuena todos los años con uno o dos conciertos”, explica Gómez.

El de Vegafría es otro ejemplo tangible de que la “unión hace la fuerza” en el entorno rural. Pequeñas acciones logran restauraciones o mantener vivas tradiciones, así como crear otras nuevas.

‘El Ternillo’, en Arroyo de Cuéllar, mueve a toda la localidad, todo el año

La entidad local menor de Arroyo de Cuéllar es un municipio ubicado a 9 kilómetros de la villa, y aunque pertenece al mismo, es independiente en buena parte de su logística y su desarrollo diario en todos los ámbitor. Su descenso demográfico no es de los más acusados en una época, la actual, en la que es complicado encontrar descensos de padrón paulatinos, cifras que se mantengan o que crezcan: esto último es todavía más difícil de señalar. En poco más de dos décadas solo ha descendido en 60 habitantes, algo destacable.

La actividad con la que cuenta Arroyo de Cuéllar es envidiable en muchos momentos del año, y parte de este movimiento incesante es casusado por la Asociación Cultural El Ternillo. Verónica García es integrante de la misma, junto a muchos jóvenes de la localidad, y explica cómo funciona esta agrupación. Pertenecen a ella casi 300 socios, una cifra que fluctúa con los años pero que se mueve en torno a esos tres centenares: quiere decir que prácticamente toda la población es socia, aunque la actividad propiamente dicha la lleve a cabo un núcleo más reducido de personas. Una sencilla cuota anual sufraga buena parte de los gastos con los que cuenta la asociación.

Su año de actividades empieza en noviembre cuando celebran la asamblea general para debatir las líneas a seguir durante el resto del año. Las primeras actividades son en torno a Santa Lucía, fiesta local que atrae a vecinos de alrededor. “Solemos organizar alguna actividad en la semana cultural -previa a fiestas-, y apoyar al ayuntamiento en la organización”, explica Verónica. Como actividades propias cuentan con el “bollo preñado de la chisquereta”, la “pizzada” el sábado en torno a Santa Lucía, y el día de la comida popular preparan una macedonia, bingo después de la comida y un sorteo entre los socios. En lo que se traducen todas estas actividades tan “mundanas” es en agrupar a los vecinos para la preparación y para su disfrute, es decir, crear comunidad y retroalimentarla.

Prosiguen con la Navidad, cuando organizan una marcha solidaria con chocolate final; los elfos de papá Noel recogen las cartas de los niños gracias a la iniciativa de familias de la asociación, que también preparan con toda la ilusión la cabalgata de Reyes. Estas propuestas logran que la Navidad también se mantenga en las localidades más pequeñas y se evite así que solo crezcan las actividades en núcleos más grandes por la falta de público en estos modestos pueblos. Cine navideño o concurso de decoración de fachadas ponen la guinda para que el espíritu navideño también se note en sus calles, sin necesidad de grandes ostentaciones como por ejemplo en algunas ciudades.

Con un diciembre tan completo, enero y febrero se quedan como descanso, pero en marzo y abril vuelve el movimiento: la asociación se pone en marcha para realizar alguna cata, charla de interés o actividad similar. El 1 de mayo en Arroyo de Cuéllar organizan siempre una actividad relacionada con el medio ambiente y la naturaleza: algunos años son limpiezas en entornos del pueblo que detectan que lo necesitan, otros son excursiones, y terminan con una comida popular para los voluntarios y asistentes. De nuevo, una manera de juntar a los vecinos y socios y mantener vivo ese espíritu de comunidad. A finales de mayo tiene lugar uno de los eventos más multitudinarios de la asociación, la marcha en bici y macarronada, en la que ofrecen tres alternativas de ruta dependiendo de la edad y condición física. Después “nos juntamos en el parque para comer”, un premio gastronómico y social para el esfuerzo realizado.

Su papel es fundamental en las fiestas de junio , las de San Antonio, cuando organizan la cena del viernes y la paella del domingo. Y en verano, cuando el pueblo nota ese ligero repunte de vecinos, organizan el cine de verano en el parque.En septiembre despiden la estación con la fiesta de fin de verano: solemos preparar alguna actividad para la tarde, y después cenan perritos calientes para terminar con música en directo. Asegura Verónica que esta actividad “triunfa”.

Terminan el año con una actividad que ha comenzado hace apenas dos años y no para de crecer, la Feria de los Oficios. Es un reducto de tradición y hermandad que comenzó como una apuesta fuerte y ha calado en toda la comarca. Les exige mucho esfuerzo pero queda compensado con la asistencia y la satisfacción de asistentes y organizadores.
Ante un programa anual tan completo, al que le falta alguna actividad que organiza el ayuntamiento, cabría pensar que las instalaciones de las que disponen son gran envergadura, pero se trata de un sencillo salón polivalente, muy bien equipado, acorde al tamaño de la población y al que cuidan a sabiendas de lo que supone. El resto solo se trata de aprovechar las bondades del pueblo, sus pinares, su parque y sus calles.

‘El Ternillo’ y Arroyo de Cuéllar plantan cara a la despoblación y todo lo que conlleva como bien saben: trabajando en comunidad ya que el beneficio siempre será común. Así, esta agrupación de tanta trayectoria, junto a sus integrantes se convierten en un gran ejemplo a seguir.