Todos sabemos que cada uno de los barrios de nuestra ciudad, incluso los incorporados, tiene su historia particular, de mayor o menor importancia; algunos cuentan con edificios notables; otros, determinadas características muy singulares que les hacen distinguirse; no faltan los que también poseen curiosas leyendas…
Así, pues, no es de extrañar que también el barrio de Las Canonjías, generalmente conocido como de San Andrés, se destaque por alguna circunstancia concreta, y es por su presencia en él, estable o esporádica, de ilustres personajes de la Historia y de las Artes. Precisamente de arte popular ha sido escenario su iglesia en las pasadas Navidades, de un belén de grandes figuras preparado y construido por un entusiasta grupo de vecinos, que han recuperado piezas expuestas hace años en la misma plaza de la Merced, aunque ahora colocado en el interior del templo para evitar la acción, ya sufrida, de los indeseables.
Volvemos a la intención primera de este comentario de consignar algunos de los muchos nombres ilustres que residieron o pasaron por el barrio, que ‘presiden’ como destacadas las calles de Daoíz y Velarde, nombres que sustituyeron hace años a los de Canonjía Nueva y Canonjía Vieja, respectivamente; antiguo nombre que solo se conserva en un estrecho callejón entre ambas que desde Daoíz desemboca junto a la Puerta de la Claustra, en Velarde.
Figura sobresaliente en este barrio es la del Alcázar, hoy una de las tres grandes atracciones turísticas de la ciudad, junto al Acueducto y la Catedral. Para dirigirse a él siempre ha sido paso más utilizado la calle de Daoíz (Canonjía Nueva). Porque echando mano a la historia y al recuerdo, por ella pasaron personajes como los reyes Alfonso X el Sabio, Carlos I, Felipe II (que llegó para contraer su tercer matrimonio con Ana de Austria), Juan II y su hijo Enrique IV, que tantos beneficios concedió a la ciudad; también Isabel la Católica, que desde el Alcázar salió para ser coronada en la Plaza Mayor…
Otros ilustres nombres más cercanos a nuestros días fueron los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde, que estudiaron en el Real Colegio de Artillería, entonces ubicado en el Alcázar, así como también consta la presencia del sabio francés Louis Proust, que en la Casa de la Química, ‘vecina’ de la fortaleza, impartió clases a los artilleros y descubrió su famosa ley de las proporciones definidas (según la cual, cuando se combinan dos o más elementos para dar un determinado compuesto, siempre lo hacen en una relación constante de masas).
Nombres de santos no faltan, porque también pasaron por estas calles Santa Teresa de Jesús, para fundar el convento de Madres Carmelitas, que sobrevive; San Juan de la Cruz, que celebró la primera misa que en su iglesia se oficiaba. También San Antonio María Claret, que estableció en la iglesia de San Andrés, el 21 de noviembre de 1861, la tercera comunidad que fundaba de Padres Misioneros de Corazón de María, que inicialmente domicilió en una casa de la calle Canonjía Nueva. Asimismo, Santa María Soledad Torres Acosta vino al barrio con motivo de establecerse en una casa de esta calle la primera residencia de la Comunidad de Siervas de María, gracias a la iniciativa del sacerdote Valentín Mascaró que, conocedor de la labor en Madrid de las religiosas, creó aquí una residencia para niñas huérfanas y abandonadas que, tiempo después pasó quedar a cargo de la Comunidad de las Siervas de María, que siguen residiendo en la misma calle.
No olvidemos que la Judería segoviana ocupó una buena parte del barrio, por lo que también nombres ilustre judíos caminaron por estas calles, así como los canónigos de la primitiva Catedral en su reducto de la Canonjía Vieja.
En una vivienda de la calle Almuzara vivió y murió el pintor segoviano Alonso de Herrera
En una vivienda de la calle Almuzara vivió y murió el pintor segoviano Alonso de Herrera, autor, entre otras muchas obras, de los cuadros que figuran en el altar mayor de la iglesia parroquial, a ambos lados de las esculturas de Gregorio Fernández y José de Ratés.
Al citar nombres de artista hay que mencionar también el taller que, sobre la muralla y anejo a la Casa del Sol, estableció el ceramista madrileño Fernando Arranz (alumno aventajado de Daniel Zuloaga). Su presencia en el barrio atrajo a las que fueron sus famosas tertulias a personajes cono Antonio Machado, Blas Zambrano, Mariano Grau (también vecinos de la barriada), Julián María Otero, Ignacio Carral, Agapito Marazuela, Eugenio Torreagero, Emiliano Barral y el también vecino y pintor Rafael Peñuelas.
Personajes posteriores fueron residentes Joaquín Vaquero Palacios, con estudio en la calle de Velarde, en la que anteriormente tuvo también el suyo el pintor norteamericano Mauricio Fromkes. El científico catalán Joaquín María de Castellarnau vivió y falleció en una casa de la calle Martínez Campos. Ramón Gómez de la Serna vivió unos años en la plaza de la Merced, donde su padre ejercía como registrador de la Propiedad, y también tuvo su residencia el profesor, que fue gobernador civil de la provincia y director general de Enseñanza Universitaria y de Bellas Artes, Joaquín Pérez Villanueva. No hay que olvidar que Francisco de Quevedo ‘hizo nacer’ en una casa del barrio a su famoso protagonista de ‘El Buscón Don Pablos’.
Con el recuerdo de estos nombres, y otros varios que podrían citarse, y aunque en todos los barrios de la ciudad hay vecinos de las más diversas profesiones, hay que reseñar que en este de Las Canonjías han residido o continúan viviendo ejercientes de las más variadas: arquitectos, abogados, músicos, escritores, vitralistas, ceramistas, profesores, historiadores, médicos, anticuarios, restauradores, tapiceros, comerciantes, libreros, deportistas, políticos…
