La Gimnástica Segoviana se quedó de nuevo a las puertas del ascenso a la Segunda División B, y el hecho de haber caído en la final del ‘play off express’ ante el potente conjunto del Zamora CF, el gran favorito a conseguir el cambio de categoría, no mitiga ni siquiera en parte la decepción que supuso la derrota.
Desde hace ya varias décadas los jugadores del conjunto azulgrana se han autoimpuesto un nivel de exigencia que les lleva a realizar un trabajo prácticamente profesional, con un fútbol más que vistoso y ocupando las posiciones más altas de la clasificación en el grupo octavo de la Tercera, alcanzando el ascenso a Segunda B en tres ocasiones. Pero…
Pero la realidad es tozuda, y establece que en las áreas donde se deciden al final los partidos, la calidad tiene un precio. El gol se paga, y tristemente la Gimnástica Segoviana no tiene dinero para hacerse con los servicios ya no de un par de delanteros, sino solamente de uno, capaz de mantener un regular idilio con el marco contrario. Y, cuando lo ha tenido, apenas ha podido mantenerlo en su plantilla una temporada, superada por las mejores ofertas económicas de otros conjuntos más pudientes.
Esa falta de dinero para pagar el gol se notó en las tres campañas en las que la Segoviana militó en Segunda B, se hizo patente en el encuentro de la fase de ascenso frente al Villarrobledo en la campaña 19/20, y volvió a evidenciarse en la final del play off frente al Zamora. Es el sino de los conjuntos modestos.
