Que el escribiente de estas líneas sepa, que mucho mucho no es, la población judía en Segovia, posando la vista en los inicios del siglo XIV, tenía sedes en Aguilafuente, Coca, Cuéllar, El Espinar, Fresno, Fuentidueña, La Cuesta, Maderuelo, Montejo, Pedraza, Pelayos, Sepúlveda y Sotosalbos. Sin dejar de anotar que la capital, Segovia, reunía el mayor número de los referidos ciudadanos.
Con toma de ‘datos’ en el siglo de referencia, la comunidad judía en la capital podía situarse alrededor de 75 familias. En ella convivían núcleos con un poder adquisitivo importante y otros muy humildes. Dedicándose una minoría principalmente al comercio, a las finanzas y el resto a oficios y labores artesanales. No se les veía trabajando con el ‘mono’ de agricultores o ganaderos.
He podido ‘comprobar’ que la convivencia con los del otro ‘bando’, los que seguían la de Roma, era la de ‘a partir un piñón’ (1), “incluso compartían actos religiosos muy a menudo”. Vamos, como debiera ser siempre. Pero…
Doctores tuvo y tiene la Santa Madre Iglesia que os sabrán responder.
En relación con este último párrafo les cuento. Los de la iglesia católica no veían con buenos ojos esa convivencia. Consecuencia. En un desplazamiento a Segovia del obispo/arzobispado de Toledo (2), que en aquellos años tenía ‘jurisdicción’ sobre la diócesis de aquí, y estando presente el obispo (3) mostró su disgusto por esa cercanía. Dicen que dijo, “condeno el ayuno de pan y agua que hacen juntas las mujeres cristianas y judías en la víspera de la Pascua”.
Resumiendo, que pasito a pasito se fueron deteriorando las relaciones, por aquello de que “lo que sale por boca… no siempre es bueno”.
Poco antes, o después, de lo descrito, también por los efectos de la cercana convivencia, se obliga a la comunidad judía a que vista “de forma reconocible”, a fin de evitar que los judíos puedan unirse “con grave daño”, con las mujeres de los cristianos y estas con las de los judíos (¡¡¡!!!).
In illo tempore era Papa en Roma Inocencio IV. Nombre en pila bautismal, Sinibaldo dei Fieschi.
Iniciativa interesante
En el mes de octubre de 1915 y con carácter de Sociedad Mercantil Anónima, se constituyó en El Espinar ‘La Forestal Espinariega’, empresa maderera que se inició con un capital de 140.000 pesetas y en la que tenían participación alrededor de 250 vecinos de la localidad, que compraron un total de 5.600 acciones nominativas. Su principal propósito fue el de concurrir a la subasta del Monte ‘Aguas Vertientes y Agregados’, de los Propios de la Villa. Fue su primer presidente Juan de la Fuente y su administrador Eloy Higuera, si bien la primera comisión gestora la dirigió Domingo Rodríguez Arce-Mateos.
Pese a que su inicial propósito fue permanecer activa un largo tiempo, en 1920, cinco años habían transcurrido, se extinguió la sociedad. (4)
Pequeñas cosas
Durante la Guerra de las Comunidades de Castilla, las reuniones del Concejo de la Ciudad (todavía faltaba más de un siglo para que estrenaran Casa Ayuntamiento) se llevaron a efecto en la iglesia de la Trinidad. Eso ocurrió entre los años 1520 y 1542. Fecha esta última en la que regresaron a sus debates en el atrio (verano) y coro (invierno) de otra iglesia: San Miguel.
Nuestras ‘viejas’ calles
Así, por encima, informo a quien leyere e interés tuviera en ello, que:
— La Plazuela de la Rubia fue conocida antes como Plaza de las Carnicerías.
— La actual San Frutos era la Ropería.
— La Plazuela 4 de agosto, al ladito del Juan Bravo, estaba ‘ocupada’ por El Caño, El Potro y el Corral del Vainero. Este último permanece.
— El Espolón, tiempo de los judíos, era la calle actual del Socorro.
Prosigo tema
— La Herrería Vieja la conocen hoy los segovianos por la del Serafín.
— José Canalejas, tras la iglesia de San Martín, fue anteriormente la Cuchillería y San Briz.
— Para finalizar el ‘reportaje’ la Plazuela Reina Dñª Juana de hoy, era mucho tiempo antes Las Arquetas Reales.
=======
(1) Llevarse muy bien con una persona o estar muy de acuerdo con alguien en algún asunto.
(2) Era arzobispo Primado, Juan de Aragón y Anju, hijo de Jaime II y de Blanca de Aragón.
(3) Pedro de Cuéllar, obispo en 1326. Redactó un catecismo, fruto del Sínodo celebrado en la iglesia cuellarana de Santa María de la Cuesta, en 1325.
(4) Revista ‘Madrid Científico’.
