La guerra entre los vecinos de Carbonero de Ahusín y las termitas continúa. De momento, uno de los contendientes lleva las de ganar. “Cada día que pasa es una batalla ganada por las termitas”, lamenta Azucena Llorente, presidenta de “La Madera”, una asociación creada hace casi cinco años con el objetivo de buscar soluciones al problema, endémico en el pueblo. Sin embargo, el colectivo, de unos cien socios, no ha conseguido resultados. “Seguimos igual que entonces”, reconoce Llorente.
De forma silenciosa, el insecto se va comiendo la madera. Al parecer, los primeros casos se detectaron hace ya cerca de 30 años. A comienzos de 2014, el alcalde, Ángel Llorente, estimó que “entre el 70 y el 80% de las casas” estaban afectadas por el mal. Hoy, posiblemente, el porcentaje haya incrementado, sin que el Ayuntamiento de Armuña, al que pertenece Carbonero de Ahusín, o la asociación ‘La Madera’, hayan logrado frenar su avance.
El Ayuntamiento llegó a solicitar a una empresa especializada un presupuesto para realizar un tratamiento en todo el casco del pueblo. Pero la cifra resultaba “inasumible” para un municipio con escasos recursos económicos. La Diputación llegó a prometer, hace ya algún tiempo, que enviaría a algún técnico para estudiar el asunto. Sin embargo “aquí no ha venido nadie”.
Harta de la situación, Llorente transmitió, a finales del pasado año, el malestar existente en el pueblo al presidente de la Diputación, Francisco Vázquez. Más recientemente, habló con un representante de la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta. En ambos casos, “sin resultados”. “Me mandan de acá para allá, pero nadie se implica a fondo en el asunto”, denuncia la presidenta de ‘La Madera’. Y mientras, las termitas se siguen alimentando de la celulosa de la madera, tranquilamente.
Llorente cita el caso de la ermita del Santo Cristo, en la que ha habido que sustituir la columna de madera que sujetaba la tribuna, porque estaba “totalmente comida” por las termitas, con el peligro que conllevaba. Por otra parte, algunos propietarios de casas se ven obligados a cambiar sus ventanas de madera “cada dos o tres años”. Y ella misma, en su casa, ha visto cómo una caja de madera ha quedado “prácticamente convertida en papel”. “Si partes un tronco, salen ¡puf! un montón. Son blancas, como gusanos”, explica Llorente. Dentro del casco, las zonas más afectadas, de acuerdo con la presidenta de ‘La Madera’, son la Plaza y la denominada Plazuela.
En cualquier caso, algunos vecinos están venciendo a los insectos. Ese triunfo tiene un alto precio. Cuesta anualmente cerca de 2.000 euros tratar a la madera contra las termitas. “No todo el mundo puede gastar esa cifra”, avisa Llorente.
En vista de que la lucha contra los insectos continúa, y aprovechando la proximidad de las elecciones, desde ‘La Madera’ se ha lanzado un nuevo S.O.S. a las administraciones públicas, para que ayuden a erradicar las terminas.
“Yo no tengo conocimientos para decir qué es lo que hay que hacer; no se si mejor es fumigar o no, pero lo que me resisto a creer es que las administraciones públicas, sabiendo cual es la situación, no actúen”, clama Llorente, quien espera que a los políticos “les remueva la conciencia y nos ayuden”.
