Cerca de treinta minutos duró el cuarto encierro urbano de las fiestas de Cuéllar que, en el debut por las calles de la villa de los novillos utreros de la ganadería Montes de Oca, puso en dificultades tanto a los caballistas a la hora de entrarlos en la localidad, como a los mozos y los pastores que tuvieron muchos problemas para dirigir a los astados hacia la plaza.
La salida de los novillos desde los corrales fue la más tranquila de todas las jornadas de encierros, con la manada compacta. El tramo campestre de cinco kilómetros se realizó sin demasiadas dificultades, llegando a la zona del Descansadero con tiempo suficiente como para preparar el descenso por El Embudo y la entrada a Cuéllar.
Sin embargo, los problemas no tardaron en aparecer en el tramo de tierra metros antes de entrar a la villa, ya que uno de los novillos se adelantó a la manada y en su brusco giro hacia la izquierda ‘pinchó’ a uno de los caballos que trataba de guiarlo hacia la calle.
A partir de ese momento la manada quedó muy disgregada, con los mansos guiando solamente a dos novillos, y el resto de los astados yendo al paso y lanzando derrotes hacia las talanqueras. Apenas hubo carreras de los mozos y sí bastantes recortes buscando que las reses de Montes de Oca fueran poco a poco avanzando hacia la plaza.
Finalmente, y tras no pocos sustos puesto que los novillos no dudaban en darse la vuelta y arrancar hacia los mozos. Media hora después de iniciado el encierro, los pastores lograron conducir al último de los morlacos hasta la plaza, finalizando así un caótico cuarto encierro.
Para la jornada del jueves llegará el último de los encierros de la fiesta del Rosario de Cuéllar, que protagonizarán las reses de la ganadería de Aurelio Hernando.
