A pesar de que las voces discrepantes en el seno del PSOE con la labor de Ferraz habían sido ayer debidamente contentadas con el plazo marcado por el secretario de Organización, Óscar López, para establecer primarias -enero-, resulta evidente que las vías de agua que ponen en peligro la nave socialista no se han cerrado. Ni mucho menos. Y es que la lluvia de aplausos que recibió su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, que tiene gripe, se ha quedado en otro inquietante silencio.
Así, sobre el deseo de que el bloque progresista debe ser más rojo choca con lo expresado por voces autorizadas como la del exministro José Bono, que volvió a tirar de sinceridad políticamente incorrecta: «Para asumir un momento de dificultad como lo que sucede en relación a Cataluña y a la vertebración del país, personalmente, prefiero entenderme con el PP que con el coordinador federal de IU, Cayo Lara».
Además, según anunció, con el programa que se presente para las próximas elecciones estarán cómodos «los que, desde la moderación», han apostado «por la igualdad, la solidaridad y la unidad de España. Ese mismo diagnóstico se aprecia en las filas populares, que no se cansan de señalar una obviedad: el centro es el que quita y pone Gobiernos en España.
Días antes, el que muchos consideran su delfín y quinielable, Emiliano García Page, se mostró categórico: «De ninguna manera hay que plantear crear una plataforma con Izquierda Unida». Y es que el desastre en las urnas de 2000 con el experimento de Joaquín Almunia y Francisco Frutos está aún reciente.
Casa Real
Otro punto de fricción es el de la Monarquía. A pesar de declararse republicanos, los socialistas señalaron en sus conclusiones que respetan la Monarquía, lo que provocó una pitada bastante importante, sobre todo desde los asientos ocupados por los más jóvenes. Pese a los paños calientes de la portavoz parlamentaria socialista, Soraya Rodríguez, que aseguró tener «alma republicana», aunque el pacto constiticional supuso renuncias para todos los partidos. En este punto, Bono buscó una justificación: «Los abucheos eran solo por el caso Urdangarín». Sea o no esta apreciación exacta, lo cierto es que existe una enorme división con este asunto.
Tampoco escapaba a los ojos de los presentes en la Conferencia Política el distanciamiento entre Ferraz y el PSC, bloque que volvió a ser atacado con crudeza por distintos exdirigentes, que siguen apostando por crear un Partido Socialista en Cataluña. No es de esa opinión el expresidente Felipe González, pero sí el que fuera su segundo mucho tiempo, Alfonso Guerra, así como José Bono -«La situación no tiene cura ni con aplausos»- y Guillermo Fernández Vara, que calificó de «inaceptable» la postura de los de Pere Navarro, por mucho «afecto» que sienta por el grupo que comanda.
Y, finalmente, para constatar que las luces de neón que hay en Ferraz no son las del horizonte inmediato sino las del Palacio de Congresos que albergó el evento, se siguen batiendo el cobre, pública o soterradamente, los candidatos a ser cabeza de cartel en las próximas elecciones generales. Así, el más lanzado volvió a ser el secretario general del PSE, Patxi López, que se mostró convencido de que la Conferencia Política abre un «nuevo comienzo» en el partido y que «habrá muchas caras nuevas, no una», para afrontar el futuro. «Se dice que no hay viento favorable para un barco que no sabe a dónde va», indicó, al tiempo que recalcó que sus aspiraciones a comandar el partido ni se han frenado ni se han impulsado.
Ahora solo queda una noche de cuchillos largos que va a durar hasta enero por lo menos.
