Una de las fiestas folclóricas de invierno que más auge ha adquirido en los últimos años es la del Jarramplas, celebradada este martes y ayer miércoles en la localidad cacereña de Piornal, en el Valle del Jerte.
Hasta este municipio de 1.600 habitantes han viajado más de diez toneladas de nabos para utilizarse en la celebración. Procedentes de fincas de Chañe y sus alrededores, los nabos han sido lanzados contra el Jarramplas, personaje que da nombre a la fiesta, y que atrae a miles de visitantes cada año.
En total se emplearon 18.000 kilos de esta hortaliza en la fiesta. En esta ocasión la mitad de los nabos procedían de Cáceres, pero la otra mitad debieron llevarse desde El Carracillo, ya que la finca donde habitualmente se obtenían sufrió problemas de producción. De esta manera, la provincia de Segovia ha tenido que suministrar materia prima para la celebración.
No es la única vinculación de Segovia con la provincia extremeña. Se da la circunstancia —y por ello también se ha facilitado el suministro hortícola— de que el alcalde de Piornal —Ernesto Agudíez Sacristán— es segoviano. Sus padres y abuelos proceden de Cantalejo y Cabezuela. Fue en la anterior legislatura cuando Ernesto Agudíez accedió a la Alcaldía piornaliega.
En su haber figura conseguir que desde 2014 la fiesta esté declarada de interés turístico nacional, y ahora persigue la declaración internacional. También ha puesto en marcha este año el Museo de Jarramplas, personaje convertido en el principal embajador de la zona del Jerte. De este modo puede conocerse al ‘Jarramplas’ fuera de los dos días que dura su fiesta y en la que este personaje con armadura y telas de colores sale de casa del mayordomo y recorre las calles del pueblo recibiendo el castigo de los vecinos con lanzamiento de nabos. Aún así, encarnar la figura del Jarramplas es un honor. Cada año lo hace un vecino. El de este 2016 llevaba más de 10 años apuntado en la lista de espera. Se inscribió en la lista cuando solo tenía 20 años.
El regidor ‘segoextremeño’ se muestra orgulloso de la trayectoria adquirida por esta fiesta de invierno porque ayuda a desestacionalizar las visitas a la comarca. “Son miles los visitantes que vienen a la fiesta”, afirma Agudíez. Se llenan las cinco casas rurales de Piornal y de otros pueblos de la zona, y alcanzan su máxima actividad la decena de bares y restaurantes. “La fiesta es única. Hemos tenido medios de comunicación tanto españoles como extranjeros, incluso de Japón para un programa de máxima audiencia”, afirma este licenciado en Ciencias Medioambientales, nacido en Cantalejo hace 36 años, que decidió afincarse en este pequeño municipio cacereño cuando tenía 22 años.
El Ayuntamiento destina a la celebración un total de 30.000 euros, a los que se unen los 12.000 que sufragan los mayordomos para los trajes y máscaras de los personajes. El auge que ha adquirido la fiesta obliga también a dotar de medios especiales como limpieza, seguros, e incluso asistencia sanitaria.
“Los nabos de Segovia y los de aquí no son iguales, pero nos valen”, asegura el alcalde, quien ya empieza a trabajar en la próxima edición festiva.
