Dos invasiones sufre la localidad de Carbonero de Ahusín. Por un lado la de termitas, uno de los insectos más temidos; y por otro, la preocupación de los vecinos de que sus viviendas estén afectadas y no lo sepan.
Algunos están seguros de estarlo sufriendo, otros se niegan a admitirlo, y una parte ni siquiera lo sabe. Muchas viviendas se encuentran cerradas durante la mayor parte del año, o las vigas de madera se ocultan tras paredes de yeso.
Cuando las termitas han convertido en serrín los machones que forman las estructuras de las viviendas, los techos ceden. Se confirma entonces que hay termitas, esos insectos que huyen de la luz y que no representan otro peligro que el hecho de alimentarse de la celulosa de la madera.
Algunas viejas casas han sido tiradas por completo. Y en otras se carcomido puertas o ventanas. “Comienzan por la parte de abajo y van ascendiendo”, explica un vecino, que recuerda que él ha tenido que acometer obras de urgencia para poder apuntalar a tiempo la casa a la que acude cada fin de semana. “En otras casas se han comido los libros, y algunos objetos que les han pillado de paso”, dice para ilustrar el daño que están haciendo, lentamente, pero en muchas viviendas, las temidas termitas.
El problema en esta pedanía a de cien habitantes no es nuevo. Ya en el año 2010, un grupo de vecinos decidió unirse para intentar recabar ayuda ante la amenaza y crearon la asociación ‘La Madera’. Su presidenta, Azucena Llorente Matute, explica, con cierta desilusión, que no han recibido mucho apoyo por parte de las instituciones. “Fuimos a la Diputación y nos dijeron que nos informáramos en la Junta de Castilla y León. Nos remitieron al Servicio de Agricultura y Ganadería, y de allí a Sanidad. Pero nadie parece querer saber nada de nuestro problema”, afirma.
Su caso es uno más de los que demuestran que las termitas campan por el interior de las viviendas y ponen en riesgo su estabilidad. “Nosotros nos dimos cuenta porque cedió el techo y tuvimos que cambiar las vigas y protegerlas”, añade Azucena Llorente. Ella desaconseja a sus familiares que utilicen madera en la construcción de viviendas. “Mi hijo quería poner tarima y le he dicho que ni se le ocurra”, recuerda.
Después de creada la asociación vecinal se inició una campaña de recogida de firmas para intentar recabar apoyos, pero no terminan de llegar. Del centenar de casas con que cuenta el pueblo, se calcula que la mitad pueden tener estructura de madera y, por tanto, pueden estar afectadas por las termitas. “Algunos no quieren reconocer que pueden tenerlas porque supone un problema si quiere vender la casa y perder el valor”, asegura un vecino.
El Ayuntamiento solicitará ayuda a las instituciones superiores
Desde el Ayuntamiento de Carbonero de Ahusín, su alcalde pedáneo, Ángel Llorente, asegura que una de sus principales preocupaciones es la existencia de termitas en el pueblo. Asegura que va a trasladar la cuestión al municipio de cabecera, que es Armuña, para que solicite ayuda a la Diputación o a la Junta de Castilla y León. “Hasta ahora el tema lo ha movido la asociación, pero es algo que tengo pendiente, dentro de mis proposiciones”, asegura a la vez que recuerda que ya se han iniciado contactos con empresas especializadas “pero nos presentan unos presupuestos que exceden en mucho nuestras posibilidades”, pues sólo un tratamiento externo puede costar 1.500 euros por casa, y si se hace de forma integral supera los 200.000 euros.
