El príncipe de Orange, Guillermo Alejandro, de 46 años, prestó ayer juramento como nuevo monarca de Holanda, tomando el relevo de su madre Beatriz y convirtiéndose así en el soberano más joven de Europa y en el primer varón que ocupa el trono de ese país en los últimos 120 años.
El relevo se formalizó, primero, en el Palacio Real con la firma del Acta de Abdicación que puso fin a 33 años de reinado de Beatriz, quien vuelve a ser princesa de Holanda. En el acto, de apenas 15 minutos, madre e hijo firmaron el documento con el que la soberana renunció al trono en favor de su primogénito, ante la mirada de los miembros del Gobierno y de los presidentes de las dos cámaras del Parlamento nacional.
El Acta fue rubricado, además, por la esposa de Guillermo Alejandro, la argentina Máxima Zorreguieta, ya convertida en reina consorte europea. La nueva regente cuenta con una gran popularidad entre los holandeses, pese a sus inicios difíciles por ser hija de Jorge Zorreguieta, secretario de Agricultura y Ganadería durante la última dictadura argentina.
Más tarde, la comitiva se trasladó a la Iglesia Nueva de Ámsterdam, escenario de la ceremonia laica de investidura en la que el rey juró su cargo ante las autoridades del país. También fueron testigos de la entronización las monarquías de todo el mundo, representadas en el caso de las europeas por sus herederos, incluidos los Príncipes de Asturias.
Los 225 diputados y senadores de los Estados Generales prometieron o juraron lealtad al rey, a excepción de 16 que rehusaron hacerlo. La ceremonia sirvió también para confirmar formalmente que la mayor de las tres hijas de Guillermo Alejandro y Máxima, Catalina Amelia, es la nueva princesa heredera al trono.
En un discurso que emocionó a la princesa Beatriz, el nuevo rey destacó los lazos que durante dos siglos han unido a la monarquía y a la democracia en Holanda, pero también elogió el trabajo de su madre durante su reinado. Y advirtió de que la ausencia de «responsabilidad política» ligada a su título, no impide que asuma otras tareas en favor de la nación.
El que era el último Día de la Reina fue seguido por una multitud a través de las pantallas gigantes que retransmitieron en directo todos los actos oficiales de la jornada. En la plaza de Dam, que une el Palacio Real y la Iglesia Nueva, se dieron cita miles de personas que recibieron entre aplausos a la Familia Real cuando tras la firma de la abdicación.
«Feliz de presentaros a vuestro nuevo rey, Guillermo Alejandro», fueron las únicas palabras que Beatriz dirigió a los ciudadanos congregados bajo el balcón, antes de besar a su hijo y cederle la palabra. El monarca, por su parte, dio las gracias «de todo corazón» por el apoyo recibido y agradeció «intensamente» los 33 años de reinado de su madre.
SIN CAMBIO DE NOMBRE
Guillermo Alejandro ha optado por conservar su nombre como rey de los Países Bajos en vez de hacerse llamar Guillermo IV, como hubiera mandado la tradición. Oficialmente, la Casa Real explicó que la decisión refleja su deseo de imprimir un sello más personal y moderno a su reinado.
Sin embargo, desde el país se apunta otra razón menos institucional. En holandés, Guillermo es «Willem» y los números que marcan la sucesión de los soberanos son cardinales, y no ordinales como en español. La palabra cuatro (IV) en holandés es «vier», cuya pronunciación es muy parecido a «bier», que significa cerveza. Por tanto, adoptar el nombre Willem IV hubiese implicado el riesgo de que los holandeses se refiriesen a él como Guillermo Cerveza, perpetuando así el apodo irreverente de príncipe cerveza que el heredero del trono se ganó en el pasado por su gran afición a la bebida fermentada de cebada.
