“El Gordo” tomó forma de número —el 76.058— a las 10,07 de ayer, hora en la que Mercedes de la Calle preparaba los pinchos del bar “Salvador” de Fuentepelayo, situado a escasos metros de la famosa iglesia de El Salvador. A los pocos minutos, nada más divulgarse las administraciones de Lotería afortunadas, sonó el teléfono. Mercedes se puso “nerviosa, muy nerviosa”, al escuchar que había tocado un pellizco del premio. “Llamé rápidamente a mi hermano [Juan Pedro] y se lo dije, pero pensó que era una broma y me colgó, así que tuve que telefonearle otra vez”, relataba la copropietaria del establecimiento.
La situación era inédita en el bar “Salvador”. En alguna ocasión había repartido premios, sobre todo de La Primitiva, pero siempre de escasa cuantía, de entre 3.000 y 4.000 euros. Cuando Juan Pedro comprendió que, en efecto, la diosa Fortuna había visitado a uno o varios clientes de su bar, se apresuró a acudir al negocio, en el que una cuadrilla de jóvenes, conocedores de la buena noticia, ya empezaban a elucubrar sobre los posibles ganadores.
La máquina de la única administración de Lotería de Fuentepelayo expidió dos resguardos —equivalentes a décimos— del número 76.058. “Lo que no se sabe es si un cliente pidió ese número concreto o si la terminal lo despachó de forma aleatoria”, indicó el delegado provincial de Loterías, Luis López-Caniego, que se presentó al poco rato en el bar “Salvador” para empapelar el negocio de carteles anunciadores del premio. Tampoco se sabía si los dos resguardos, que proporcionan la cifra de 800.000 euros, pertenecían a una o varias personas.
Sin parar de decir que estaba “muy alegre” por haber despertado con la buena noticia, Juan Pedro mostraba su convencimiento que el ganador “es del pueblo o de los alrededores”. Fuentepelayo cuenta únicamente con una administración de Lotería, la suya, y a ella acuden de forma regular no solo los vecinos del pueblo sino también otros de localidades cercanas, sobre todo Zarzuela del Pinar y Aldea Real. En cualquier caso, intuía que el ganador “no se dará a conocer” y celebraría el premio con su familia o, a lo sumo, sus amigos íntimos. Su hermana era de la misma opinión: “No creo que aparezca”.
Al igual que Juan Pedro, Mercedes estaba “contentísima”, si bien no podía evitar decir que “hubiera sido mejor que tocara al número que jugaba todo el pueblo”. De sus palabras se deducía que no habría venido mal un baño de millones a Fuentepelayo. “La grave situación de la empresa Dibaq —declaraba—ha afectado bastante, sobre todo a los jóvenes”. Y, como consecuencia de ello, el negocio del bar “ha bajado bastante” de un tiempo a esta parte. “Todo lo que ha ocurrido (a Dibaq) ha sido un palo muy gordo, por eso si la Lotería nos hubiese tocado a todos hoy sería un día de euforia”.
Por unas horas, el bar “Salvador” se convirtió en el centro de atención de Fuentepelayo. Juan Pedro y Mercedes, después de 16 años dirigiendo el establecimiento, vieron, por fin, a la suerte llamar a su casa. “Espero que no sea la última vez”, deseaba Mercedes, mientras a la entrada del negocio varios curiosos miraban el cartel más deseado ayer, en el que se podía leer, bien claro: “76.058. Primer premio”. Alegría, sí, pero solo una familia disfrutará del dinero. O tal vez dos.
