Solo hay que imaginar a un niño romano en una de las playas de la colonia romana de Gades, actual Cádiz, insistiendo en volver al agua inmediatamente después de comer, y a su madre diciéndole desde el triclinio: “Todavía no, tienes que esperar dos horas, porque si no, cortas la digestión”. Tal vez no sea tan antiguo este mito, pero son varias las generaciones que durante el verano tuvieron que esperar impacientes en la orilla de la playa o de la piscina a que se cumpliera esa eternidad de dos horas para volver al agua, y posiblemente lo del corte de la digestión ni siquiera fuese cierto.
El mito de nuestra infancia: ¿tenían razón nuestros padres?
Y mientras tanto, más de un chico o chica se habrá preguntado cómo hacen las personas que deben trabajar en el agua, como buzos, salvavidas o pescadores de ostras: ¿no comen? Y si no, se trataría de un engaño de los adultos para dormir la siesta sin preocuparse por la seguridad de los más pequeños.
¿Cuál es la base “científica” de este mito veraniego? Cuando un adulto se dignaba justificar este protocolo posterior a la comida, afirmaba que durante la digestión una gran cantidad del flujo sanguíneo se concentra en el aparato digestivo, y que al bañarnos podemos interrumpir este proceso, y provocar calambres e indigestiones.
Pues bien, un médico especialista en enfermedades infecciosas, Matteo Bassetti, y que además hace divulgación científica a través de redes como Instagram, afirma que se trata de un mito, y que nada sucede si nos bañamos inmediatamente después de comer.
“Desmentimos un falso mito, derivado de una creencia popular transmitida de abuelos a nietos. Este escrúpulo no tiene base científica”.
En mateo.bassetti_official, el médico explica que si tomamos una comida ligera, como una pasta, un panini o una ensalada, y luego nos metemos al agua, no va a pasar nada.
“No es cierto que toda la sangre se dirija al estómago durante la digestión y deje desprotegidas otras partes del cuerpo. Bañarse tras comer no implica un peligro real de hundimiento”.
También advierte que si hacemos una comida pesada, con varios platos, carnes y demás, siempre es recomendable dejar pasar media hora o un poco más no solo para bañarse, también para ponerse a trabajar, hacer ejercicios o practicar deportes intensos. Por otro lado, el médico italiano no considera mala idea después de comer esperar un poco antes de volver al agua, sobre todo si ya no se es un niño y si se tiene alguna condición médica preexistente.
¿La evidencia es concluyente?
La información de Mateo Bassetti es respaldada en gran medida por otras instituciones médicas, como la Asociación Española de Pediatría (AEP), y la Academia Americana de Pediatría. La institución española afirma que no hay ningún peligro para los niños en verano al bañarse después de comer si entran al agua de forma tranquila, sin hacer ejercicios intensos, como una competencia de natación o juegos con mucho esfuerzo físico.
Los americanos coinciden en que la posibilidad de un síncope o de una indigestión por bañarse inmediatamente después de comer es bastante remota. Se dice además que cuando se han presentado casos de ahogamiento han estado relacionados con otros factores, como haber hecho un gran esfuerzo físico o haber comido demasiado e ingresado de forma brusca al agua.
Sin embargo, otras instituciones, como la Cruz Roja española, comparten la opinión de nuestros padres, y recomiendan tomarse un tiempo después de comer para hacer la digestión con calma, antes de volver al agua. Y también aconsejan no entrar en el agua de forma brusca si hemos estado tomando el sol durante un tiempo prolongado.