Nadie puede negarlo. Navares de las Cuevas se desangra. Su población viene descendiendo, de forma paulatina, desde hace medio siglo. Y hoy apenas tiene un hilo de vida, el que insuflan a este bellísimo pueblo sus 24 empadronados. “Vamos para abajo, es cierto”, resume su alcalde, Vicente Robisco (PP), un hombre que lleva años buscando una idea capaz de lograr que Navares de las Cuevas alce de nuevo el vuelo.
En la última asamblea vecinal, el pasado 19 de abril, volvió a salir a relucir la eterna pregunta de qué se puede hacer para conseguir más empadronamientos. Y, en esa ocasión, surgió una ocurrencia. La de regalar a cada vecino un cochinillo, e idéntico obsequio a cuantos se empadronen en el lugar desde esa fecha. “La pretensión era animar a la gente a empadronarse”. La pequeña comunidad de Navares de las Cuevas, que económicamente no tiene deudas, tomó la decisión por unanimidad e incluso fijó la fecha para la entrega de los cochinillos: el 19 de mayo, coincidiendo con la fiesta de la Virgen de Hortezuela.
Así fue. Tras la misa matutina en la iglesia románica de San Mamés, el regidor entregó, en la misma plaza, los cochinillos. Bueno, no todos. Faltaron “dos o tres” vecinos al acto. “La acogida de la iniciativa ha sido buena”, sostiene Robisco. Al parecer, el resultado también fue positivo. Un habitual residente en el pueblo, aunque no empadronado (“lo llevaba tiempo pensando”) ha dado un paso al frente, decidiendo sumarse al escuálido padrón. Robisco está “convencido” de que, en breve plazo, se darán más casos de este tipo. El caso es sumar, no restar.
La ingeniosa idea de dar un cochinillo a quienes se empadronen va dirigida, principalmente, a aquellos que viven en el pueblo pero que no forman parte del padrón. “Hay mucha gente que dice que quiere muchísimo a su pueblo pero sin embargo no está empadronada en él; esas personas tienen ahora la oportunidad de hacer algo para que su pueblo no desaparezca”, explica Robisco. “Algo tan sencillo como empadronarse en él”, agrega, a renglón seguido.
Para el alcalde, el desafío actual no es otro que el de“luchar por la supervivencia”. Él dice ser consciente de la enorme dificultad que entraña tal empresa, pero considera que merece la pena intentarlo. “Si no hacemos algo, el pueblo se nos muere”.
La debilidad poblacional de Navares de las Cuevas invita a pensar que, si la situación no varía, el pueblo deberá unirse a alguno de los más cercanos. Sin embargo, los vecinos no quieren pensar en esa posibilidad. “Hay que mantener los ayuntamientos; si se suprimiesen se perdería la identidad de cada territorio”, defiende Robisco, quien, no obstante, sí se muestra “totalmente partidario” de unificar servicios de diferentes municipios y evitar duplicidades entre administraciones públicas.
“No estamos dispuestos a dejar ver morir a nuestro pueblo”, sentencia Robisco, quien para acabar acusa de la despoblación del medio rural a los políticos españoles:“Desde hace 50 años se ve su decadencia, y sin embargo no se toman medidas al respecto; por el contrario, la tendencia es a centralizar todo en las ciudades”.
