Apenas hicieron falta 24 horas y un aluvión de titulares para que la reunión del miércoles entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del PP, Mariano Rajoy, fuera asumida por todos como un verdadero fracaso.
Pese a que el fiasco resulta menos triste para los propios protagonistas que para la ciudadanía española, que constató cómo el Ejecutivo dejaba escapar la enésima oportunidad de poner remedio a la crisis económica, lo cierto es que la vicepresidenta De la Vega prefirió mantenerse en el limbo de la política y, sin siquiera cuestionar el drama que representa la incapacidad de Moncloa para concitar el más mínimo consenso, se dedicó ayer a atacar al jefe de la oposición, al que reprochó que diese prioridad a la «voracidad electoral» sobre la «responsabilidad».
Eso sí, De la Vega evitó responder a la proposición del PP de adelantar las elecciones y optó por atacar de nuevo a Rajoy porque, según la número dos del Gabinete, la sala de prensa de Moncloa «no era el lugar ni el momento» de presentarse como alternativa al Gobierno.
Después de admitir que ambos políticos discrepan sustancialmente en la forma de reducir el galopante déficit público, la socialista recordó que el líder de la oposición, que reclama un recorte drástico e inmediato, «no dice cómo hacerlo efectivo».
Más buenos deseos
Tras los varapalos a sus rivales, la vicepresidenta trató de imitar el estilo de su jefe y líder del Ejecutivo, e hizo gala de optimismo voluntarista para insistir en que el actual Gobierno «está en condiciones de transmitir confianza a los ciudadanos y tranquilidad a los mercados, porque hay datos que avalan la solvencia española». Asimismo, garantizó que se está «cumpliendo» el plan del Ejecutivo para reducir los números rojos del Estado hasta dejarlos en un tres por ciento en 2013 y aseveró que los mercados no solo «se lo van a creer» sino que «lo van a ver».
«Me gustaría que todas las opiniones, que son respetables, se basen en datos», agregó De la Vega sin aportar ninguno por su parte
A la hora de detallar cuáles son las medidas concretas que han puesto en marcha los socialistas para frenar la sangría del gasto público, citó la reducción del gasto farmacéutico y energético, el plan de racionalización de la Administración -que se traducirá en un ahorro de apenas 16 millones de euros- y el recorte de la oferta de empleo público que, según sostuvo, permitirá llegar «holgadamente» al objetivo de disminuir un 4 por ciento los gastos del personal dependiente de todas las administraciones.
Para concluir, la vicepresidenta quiso desactivar los rumores que la consideran amortizada en el Gabinete e insistió en que se siente «completamente apoyada y respetada» y en que tiene la confianza de Rodríguez Zapatero.
Apenas concluyó la entrevista televisiva en la que De la Vega vertió tales impresiones, el tercero de los vicepresidentes, Manuel Chaves, salió en apoyo de su compañera de partido y Gabinete para insistir en las acusaciones a Rajoy, de quien dijo es «incapaz de desprenderse de sus intereses personales» y al que reprochó que utilice la crisis para satisfacer sus «obsesiones electoralistas».
El también ministro de Política Territorial aseguró que el jefe de la oposición se sirve de las dificultades económicas «para alcanzar votos», mientras que el Ejecutivo lleva «mucho tiempo» ofreciendo «diálogo y negociación a los populares» para capear la recesión. No obstante, lamentó el andaluz, «la respuesta del PP, como se manifestó en la cita del miércoles, ha sido siempre cicatera».
