Si el pasado viernes, el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, fue un actor pasivo en la Conferencia Política de su partido, dejando el protagonismo en Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, ayer fue, sin duda, la estrella de la segunda jornada de la cita socialista. Y lo fue por todo lo alto, desvelando algunas de las propuestas de su programa de cara a las elecciones del 20 de noviembre, como el incremento de un 10 por ciento del impuesto del tabaco y el alcohol -excepto el vino y la cerveza-, para garantizar la financiación de la Sanidad pública.
Éste fue el primero de los anuncios y, seguramente, el menos popular entre gran parte de la ciudadanía. Pero a ellos se sumaron otras medidas, como la idea de desbloquear parcialmente las listas electorales, obligar a las grandes empresas a que aumenten el número de mujeres en sus consejos de administración y crear una circunscripción con los emigrantes, para que elijan directamente a cutaro senadores.
En plena polémica sobre los recortes que algunas autonomías están llevando a cabo, con ajustes en sectores como la Sanidad, Rubalcaba quiso dejar claro que el sistema público es sostenible y para aportar fórmulas concretas de financiación.
Así, detalló que el aumento de los impuestos del tabaco y el alcohol aportaría 1.000 millones más a las arcas públicas, que se sumarían a los 319 millones que se ahorraría el Estado por la supresión de las desgravaciones fiscales de las empresas de sanidad privada y los 700 millones que se recaudarían por el cobro de servicios a terceros.
Pero además, y convencido de la sostenibilidad del sistema público de salud, instó a las regiones a que 3.000 de los 8.000 millones de euros adicionales que el Gobierno aportará el año que viene para financiar la Sanidad los utilicen para pagar las deudas que mantienen con los proveedores.
Además, el socialista lanzó otro compromiso: desbloquear las listas electorales, poniendo en marcha el llamado modelo preferencial, distinto a las listas abiertas, ya que los electores podrían escoger a sus candidatos predilectos sin necesidad de atender al orden que le ofrece el partido al que va a votar. Para ello sería necesario reformar la ley electoral, pero no la Constitución.
De este modo, las fuerzas políticas se verían obligadas a ser «más cuidadosas» con los nombres de sus aspirantes, indicó.
Y otras dos promesas para concluir su ronda por las comisiones: darle una «vueltita» a las listas electorales de su partido para que haya más mujeres en cabeza y que se obligue a las grandes empresas a aumentar el número de féminas en los consejos de administración.
