Las tres últimas semanas han tenido una importancia muy especial para los artistas seleccionados por las quince facultades de Bellas Artes del país para realizar el Curso de Pintores de Paisaje de la ciudad.
Los alumnos han podido disfrutar de una magnífica experiencia que les ha permitido abrir su mundo tanto en el ámbito cultural como pictórico. Han sido 20 días rodeados de personas que se han convertido en amistades junto a óleos y lienzos. El balance de esta actividad, que ya es un referente de la cultura nacional, ha sido “muy positivo en todos los aspectos”, tal y como ha expresado el coordinador del curso, Juan Manuel Moreno. “A todos los niveles, tanto pictórico como humano, este curso ha sido para los chicos un arranque, una puerta hacia algo nuevo”. Moreno ha admitido que, como en años anteriores, los jóvenes artistas se han servido unos de otros para aprender nuevas técnicas que han adquirido durante este viaje. De este modo, el contacto entre los pintores y la puesta en común de sus trabajos ha sido un factor fundamental para el desarrollo del curso.
“En algunas de las facultades de Bellas Artes ni siquiera existe la asignatura de paisaje, por lo que los alumnos descubren la esencia de este tipo de pintura, dando lugar a dis tintos estilos y formas”, añade Moreno. Los chavales no paran de hablar de pintura y arte durante tres semanas que vuelan en el tiempo, haciendo que sea una experiencia breve pero muy productiva al mismo tiempo.
Por otra parte, la labor de la directora del curso, Mesa Esteban, ha sido “impecable. Los chicos están encantados y no sólo en el ámbito artístico.”. Además, todos los colaboradores que han participado en este curso han contribuido en la formación de los alumnos, completándola aún más. Las aportaciones de José María Parreño, Jesús Mazariegos, Carlos de Hita o Javier Herrero han hecho de este curso una vivencia esencial para aceptar el paisaje en todos los aspectos, textura, olor, color, y sonidos.
Una selección de las obras de los alumnos becados en el Curso de Pintura de Paisaje ha estado expuesta en la Casa de La Alhóndiga a la vista de todo el que quisiese acercarse. Los segovianos han pasado a observar las diferentes visiones de los paisajes de la provincia que los muchachos han plasmado.
Desde el punto de vista humano, “el roce hace el cariño”, y todos estos jóvenes artistas lo han podido experimentar en primera persona, ya que los que un día fueron simples compañeros de trabajo se han convertido en verdaderos amigos.
Los días son largos, y cuando un vínculo, como es el amor al arte, une a las personas, éste se desarrolla de tal como que crea un vínculo para toda la vida. Para estos chicos, Segovia ya no es sólo una ciudad, sino un sentimiento, un recuerdo que les permitió estrechar relaciones en torno a personas con los mismos intereses.
