El cielo segoviano lucía anoche de turquesa mientras un numeroso grupo de personas de toda edad y condición se concentraba a eso de las siete de la tarde en el patio de la vieja pensión de la calle de los Desamparados, hoy Casa Museo de Antonio Machado, para recordar al poeta con canciones, poemas y sentimientos en el 77º aniversario de muerte.
Rafael Cantalejo, director de la Academia de Historia y Arte de San Quirce, la institución que conserva esta casa museo con el apoyo del Ayuntamiento, agradeció la presencia de los asistentes que llenaban el patio; cada año parecen más y se ven caras nuevas por la participación de alumnos de Bachillerato del Colegio Claret. Agradecía Cantalejo ese pequeño esfuerzo en un lunes laborable de febrero que, decía, “a veces puede ser un gran esfuerzo de emociones”.
Recordar la figura de Machado, vecino de Segovia durante 12 años en el primer tercio del siglo XX, no es difícil en este rincón de la ciudad donde el tiempo parece detenido. La megafonía, necesaria para el buen desarrollo del acto, las cámaras, los móviles —¡Milagro! no sonó ni uno— son los que resultan anacrónicos. Otro académico de San Quirce, Juancho del Barrio, actuó como maestro de ceremonias, presentando a los participantes que esperaban nerviosos su intervención, su contribución en el homenaje al escritor de la Generación del 98. El primer turno fue para el coro del Grupo de Profesores del Claret, dirigido por Llanos Monreal y con la colaboración, a la guitarra, de Fernando Ortiz. Dos canciones de Machado con música de la propia Monreal de evocaciones folk muy aplaudidas. En una tarde-noche de febrero menos fresquita de lo habitual solo hacía falta cerrar los ojos y dejarse llevar por las palabras del poeta, y sentir que abril florece frente a nuestras ventanas.
Otro clásico de este homenaje es la participación de integrantes del Centro Social Corpus de la Fundación Caja Segovia, quienes dirigidos por Sonsoles Novo, recitaron, prácticamente todos ellos de memoria, fragmentos del estremecedor romance de ‘La Tierra de Alvargonzález’. El Grupo-Coral Amadeus, dirigido por Jesús Garcimartín, ofreció dos canciones: ‘La primavera de Saba’ y una impresionante interpretación de ‘Señor me cansa la vida’. La repetición de la primavera como referente en algunos de los poemas de Machado ayer recitados parecía conjurar ese helador febrero y esas inhóspitas tierras francesas de Coillure donde murió .
Siete alumnos de 1º y 2º de Bachillerato del Colegio Claret, cuatro chicos y tres chicas, recitaron breves proverbios, pensamientos del poeta: “… y soñé que Dios me oía…/ Después soñé que soñaba”.
Claudia de Santos, más como ciudadana que como concejala, sintió un poema de Gerardo Diego, en homenaje póstumo, público, a dos queridos amigos, el profesor Jorge Soler y el poeta Luis Javier Moreno. Ese “gran esfuerzo de las emociones” del que hablaba Rafael Cantalejo. Otras intervenciones fueron las de Fernando García, que recitó ‘La última luz’ y la poetisa Carmen Truchado, con ‘Glosa al poeta’.
No le falta razón a Juancho del Barrio cuando dice que la poesía convoca a mucha gente en Segovia, donde Machado sigue siendo uno de nuestros vecinos más ilustres.
