La concejala de Gobierno Interior del Ayuntamiento de Segovia, Marisa Delgado, recibía ayer a las 11.30 horas a un grupo variopinto de ciudadanos dispuestos a adentrarse en las interioridades del Archivo Municipal, que abría así una semana de ‘puertas abiertas’ protagonizada por siete archivos, con motivo de la conmemoración de su Día Internacional el próximo jueves 9 de junio.
Poco después, el director de este archivo, Rafael Cantalejo, declaraba el desconocimiento que la población general tiene de estas instituciones que van “acumulando Historia”, dijo, algunos desde hace siglos, entre ellos el de Segovia. “No almacenamos papel, lo custodiamos de una manera científica y ordenada”, sostuvo.
Con motivo del Día Internacional de los Archivos, establecido en el 9 de junio desde 1947, y por primera vez en Segovia, hasta el próximo viernes siete archivos segovianos abren sus puertas al público en general. Si ayer lo fue el Municipal de Segovia, hoy se podrán visitar el de la Diputación, en su sede del Palacio Provincial, de 12.30 a 13 horas, y el Archivo Diocesano, de 10.30 a 11.00 horas, que tiene su sede en la calle Seminario (Obispado de Segovia).
El miércoles le tocará el turno al Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque, en Cuéllar, con visitas guiadas a las 11.00, 12.00 y 13.00 horas; el jueves al Archivo Histórico Provincial (calle Capuchinos Alta) a las 10.30, 12.30 y 17.00 horas, y el viernes al Archivo de la Catedral, a las 12 horas. Por su parte, el Archivo General Militar, con sede en el Alcázar, ha programado visitas guiadas a las 11.00 horas todos los días hasta el viernes 10, inclusive.
La visita al Archivo Municipal de Segovia, en La Alhóndiga, edificio histórico, estuvo a cargo, principalmente, de la archivera Isabel Álvarez, que había dispuesto algunos de los legajos más relevantes que se conservan en este lugar. Así, los asistentes pudieron contemplar muy de cerca el documento que acredita la donación por el rey de un castillo hoy desaparecido que se encontraba en la actual provincia de Madrid pero dentro de la Tierra de Segovia cuando se promulgó ese privilegio real en el año 1.166. Restaurado en el centro de referencia de la Junta de Castilla y León en Simancas, llama la atención su buen estado de conservación.
Junto a este legajo se exponían varios sellos reales, en plomo, que eran los que acompañaban, por ejemplo, a los privilegios que los reyes otorgaban a la ciudad de Segovia y que se guardaban en arcones cerrados con cuatro llaves, de forman que cada una de ellas la guardaba una personalidad diferente y para abrirlo era necesario que coincidieran todos ellos. Los visitantes pudieron contemplar un arcón similar, pero del Siglo XVII, que procede de la donación documental que hizo la Junta de Nobles Linajes de Segovia.
Ya del siglo XV, otros legajos destacan por orlas de bellos dibujos elaborados con pigmentos naturales, minerales. De uno datado en 1454 es autor Juan de Carrión, del círculo del obispo Arias Dávila, que recoge un dibujo que algunos estudiosos atribuyen a la figura de Enrique IV cuando todavía era príncipe. Otro documento, en este caso de la época imperial de Carlos V, sin restaurar, aunque muestra el pergamino algo reseco, contiene adornos en los que destaca el escudo de la ciudad.
Para muchos historiadores, el relato de la coronación de Isabel I de Castilla (Isabel la Católica) en la iglesia de San Miguel, situada entonces en el centro de la hoy Plaza Mayor de Segovia, el 13 de diciembre de 1474, es de gran importancia, por la cantidad y relevancia de los detalles que recoge. Según explicó Álvarez, esta profusión de datos se debe a que en 1480 la ciudad de Segovia inició un pleito porque la reina había donado territorios de la ciudad en la hoy provincia de Madrid a su valido Andrés Cabrera, que paso a ser conde de Chinchón. De la necesidad de demostrar que Isabel había confirmado fueros y privilegios de Segovia nació el documento que, además, sirvió de base a ese pleito que se prolongó durante casi un siglo, porque todavía en 1570 había conflictos entre Segovia y el Condado de Chichón.
De 1611 es el libro ‘Costumbres de Segovia y sus preminencias’, de Francisco Arias de Verastegui, que revela mucha información sobre la gestión de la ciudad en esa época. Los ciudadanos que visitaron el archivo pudieron tocar también una Constitución de 1812, ya que los constitucionalistas de la popularmente conocida como ‘La Pepa’, remitieron ejemplares a todas las ciudades, se supone que con la finalidad de que jurasen esta carta magna.
Pero pasiblemente, la mayor riqueza documental de este archivo sea la serie de actas del Ayuntamiento de Segovia, y aunque se conservan desde 1574 prácticamente todas las sesiones, con alguna laguna en el siglo XVI. Isabel Álvarez comentó que el procedimiento seguido en esas primeras actas es muy similar al actual, están legalizadas por un escribano (equivalente a lo que hoy en día es un secretario municipal), y firmadas, asimismo, por el corregidor (alcalde) y los regidores (concejales).
El Archivo Municipal de Segovia se ha quedado pequeño para acoger toda la documentación que genera el Ayuntamiento. Actualmente solo las actas de los plenos siguen llegando a La Alhóndiga, el resto de momento se custodia en otras dependencias. Recientemente, la digitalización de los documentos —hay más de 70.000 referencias en los sistemas informáticos—, además de asegurar su contenido ante una catástrofe, por ejemplo, facilita también el trabajo de los investigadores. Por cierto, los ciudadanos que quisieron conocer mejor este archivo encontraron en él incluso un investigador en plena faena, Javier Monjas, además de comprobar en persona el buen funcionamiento, y las ventajas que proporciona un buen escáner de documentos, al que Álvarez calificó como “la joya de la corona”.
Sin duda los visitantes, escasos —la concejala admitió que quizá la jornada no se haya promocionado suficientemente y prometió enmendarlo en años venideros— salieron encantados tras descubrir los secretos que guarda La Alhóndiga. Desde hoy y hasta el viernes, cualquier ciudadano —la entrada es libre— puede conocer, entre otros legajos, el expediente de Agustina de Aragón, en el Archivo General Militar, o dónde se conserva el primer libro impreso en España, el Sinodal de Aguilafuente, en el de la Catedral o en el Archivo Histórico Provincial, dependiente de la Junta de Castilla y León, fondos privados del linaje Arias Dávila, del archivo del Conde de Velarde y, especialmente del archivo del Marquesado de Lozoya, por citar solo unos ejemplos.
