La liga de fútbol es tan larga que da para partidos buenos, y para otros como el que ayer se pudo presenciar en el campo de La Albuera, que seguramente no pasará a la historia por casi nada, salvo por el debut de Dela bajo los palos de la portería de la Segoviana. Y con el paso de los años el joven guardameta azulgrana recordará que acabó el partido con su portería a cero, pero tampoco se olvidará que su estado de nervios le jugó varias malas pasadas que pusieron a los aficionados al borde del infarto.
El Tordesillas se plantó en La Albuera consciente de su mala situación clasificatoria, buscando fortificarse en defensa con una línea de cinco zagueros más dos pivotes con más vocación defensiva que ofensiva. Ahora bien, esta zaga tan contundente en un principio se deshizo en la primera acción ofensiva azulgrana, en la que Víctor Pérez le colocó el balón en la cabeza a Mariano para que éste colocara con calidad el esférico ajustado al palo de la meta de Barajas. Sin duda, la Segoviana encontró la mejor forma de hacer saltar por los aires una defensa de cinco.
No cabe duda que ponerse por delante en el marcador tan temprano le viene fenomenal a cualquier equipo, pero en este encuentro en concreto el 1-0 le cayó mal a la Segoviana, que no tardó en perderse en imprecisiones. El Tordesillas continuó con su defensa de cinco, pero comenzó a presionar con algo más de ambición, y no tardó en meter en problemas a los azulgrana, que abusaron de los balones en largo, preferentemente a la grada.
Cuando Chema y Chus sacaron bajo los palos un doble remate de los jugadores visitantes tras un error en la salida de Dela, ya flotaba en el ambiente la sensación de que el partido no iba a desarrollarse por los caminos de la tranquilidad. Agustín y Maikel lo intentaban en la mediapunta, pero destacaba bastante más la defensa de Chus, que se marcó otro gran partido para celebrar su reciente paternidad, que el ataque gimnástico, casi siempre coartado por un árbitro asistente empeñado en levantar la bandera cada vez que veía un balón en profundidad. Así que lo mejor que le pasó a la primera parte fue que el árbitro señaló el final sin descontar un solo segundo.
Tras el descanso, la cosa cambió a mejor para la Segoviana, aunque no de forma radical, sino de manera paulatina. Mariano se plantó solo ante Barajas, pero tuvo tanto tiempo para pensar cómo superar al portero que al final no se le ocurrió nada, como tampoco se le ocurrió nada mejor a Chema que entregarle un balón envenenado a Dela para que éste, presionado por dos contrarios, tratase de despejar entregando el balón a Sobas, que lo mandó a las nubes. Fue el último error de la línea defensa azulgrana.
A partir de la hora de partido, y coincidiendo con la entrada al campo de Roberto, la Segoviana comenzó a hacer lo que mejor sabe, que no es otra cosa que tocar el balón con calidad, moviendo a su oponente hasta encontrar el espacio, por más que a algunos aficionados eso del “toque toque” no les termine de convencer. Y ya con la incorporación de Fran Dorado por la banda derecha, el partido se puso claramente del lado gimnástico, que en media hora provocó más situaciones de gol que en los 60 minutos anteriores.
Fran la tuvo en el primer balón que tocó, aunque su remate salió excesivamente cruzado. Poco después, Maikel falló solo ante Barajas, pero si algo tiene este jugador, además de mucha clase, es una gran capacidad de sacrificio, y él mismo recogió el rechace para ponerle un balón medido a la cabeza de Anel, que no falló para situar el 2-0 en el marcador.
El partido terminó de romperse con ese gol, porque el Tordesillas dejó de creer en el empate, sus jugadores acusaron el esfuerzo de correr tanto tiempo detrás de la pelota, y con el campo rápido por el agua que de manera incesante no dejó de caer durante todo el partido, la Segoviana comenzó a jugar a placer. Maikel dio su segunda asistencia de gol regalándole el tanto a un Dani que acababa de salir al campo, y poco más tarde fue Víctor Pérez quien le regaló el gol al delantero azulgrana, que retornó al equipo después de su lesión marcando por partida doble gracias a la generosidad de sus compañeros.
La victoria se hizo rotunda en los minutos finales cuando la realidad del partido no propuso tantos méritos para la Segoviana. Pero en fútbol no cuentan los méritos, sino los goles, y ayer el conjunto azulgrana puso la pegada cuando tuvo que hacerlo, al principio, y al final.
