La primera persona que se comió una gamba debió ser muy valiente, o estar desesperada de hambre. Tienen aspecto de insectos gigantes, y de venir de otro planeta y, sin embargo son deliciosas, un verdadero vicio, y algo de razón tienen los franceses al incluirlas en el grupo de los alimentos marinos bautizados como fruits de mer. Más conocidos como mariscos.
Aunque comparadas con otros mariscos, las gambas son fáciles de preparar, pero no dejan de tener su dificultad, sobre todo cuando se trata de descongelarlas y no queremos que queden chiclosas o adquieran un mal sabor, algo que sucede con bastante frecuencia.
Evitar los cambios bruscos de temperatura
Todos sabemos que no existe un solo tipo de gambas congeladas; hay gambas crudas y cocidas, gambas con cáscaras o ya peladas, y hasta aderezadas y listas para calentar.
En todos estos casos, quizás con excepción del último, que implica el uso del microondas, hay que evitar el cambio brusco de temperatura, especialmente la utilización del chorro de agua caliente.
La temperatura se debe subir gradualmente, aunque tampoco se trata de dejar las gambas fuera de la nevera toda la noche, por más que estemos en invierno.
Si hacemos esto, aunque haya temperaturas bajas en el exterior, el calor interno de la vivienda puede favorecer la aparición de bacterias y convertir los mariscos en un peligro.
Usar el agua caliente hace que cambien su textura al perderse los jugos interiores, y que las gambas queden secas y con poco favor.
Qué debemos hacer con las gambas crudas
Si vamos a descongelar gambas crudas para las comidas navideñas, lo mejor que podemos hacer es comenzar el día antes, pasándolas del congelador a la nevera, extendidas en una bandeja para que se descongelen de forma uniforme durante unas 12 horas antes de cocinar.
Si lo hacemos agrupadas en un bol se van a descongelar de forma desigual y habrá gambas que no van a quedar bien.
Si las gambas crudas vienen envasadas al vacío se pueden dejar en el envase hasta que se descongelen en la nevera, para evitar la contaminación cruzada; y una vez que pasen por este proceso no se pueden volver a congelar, a menos que estén cocidas.
Si necesitamos descongelarlas rápidamente, se nos olvidó hacerlo el día anterior o tenemos una visita imprevista, y tenemos las gambas crudas en un recipiente hermético, podemos sumergirlas en un bol de agua fría, y cambiar el agua con frecuencia hasta que se hayan descongelado por completo.
Esta técnica es menos traumática que el microondas o el chorro de agua caliente, y conserva las propiedades de las gambas.
Qué debemos hacer con las gambas cocidas
Si las gambas ya están cocidas, sobraron de una fiesta o de un restaurante, también hay que pasarlas del congelador al frigorífico, pero la descongelación toma menos tiempo.
Una manera de descongelar más rápido y que mantenga el sabor y textura es colocando un paño limpio y humedecido, para evitar que las gambas se resequen.
Una vez descongeladas hay que consumirlas en corto tiempo, el mismo día, si es posible. Si se guardan no hay que dejar pasar demasiado tiempo en la nevera.
Otras recomendaciones
Los mariscos son en general delicados, y las gambas no son la excepción; si al descongelarlas sentimos malos olores que se desprenden de la cabeza de las gambas, la recomendación es descartarlas por completo, no solo la cabeza, para evitar una intoxicación.
Por otro lado, si están bien, no hay que echar en la basura las cabezas y las cáscaras; con ellas se pueden hacer caldos de mariscos increíbles, que también se pueden usar en paellas y sopas, y se pueden congelar en las cubiteras de hielo, para usar en preparaciones posteriores. No dejes de disfrutar de las gambas esta Navidad.
