El pasado día 4 de junio, hacia las 21:30 h, en Prádena, cerca de la entrada de la maravillosa cueva, un grupo de supuestos cazadores interceptaron un vehículo todoterreno evitando su desplazamiento, mientras hacían gestos a su conductor, hasta que llegó un coche patrulla de la Guardia Civil con dos agentes, a los que presuntamente habían avisado los “interceptadores”.
Los agentes procedieron a identificar al vehículo y a su conductor. Después de cerciorarse de que dentro del vehículo no había armas de fuego, ni trazas de animales muertos de manera furtiva, hablaron con los individuos y se fueron.
Los supuestos cazadores aún permanecieron un rato hablando y poco a poco abandonaron el lugar. Excepto uno, que esperó a que el vehículo interceptado abandonase el lugar siguiéndole durante un tiempo, haciéndole señales con las luces largas y haciendo alardes como si quisiera alcanzarlo.
A los pocos días el dueño del vehículo comprobó que en varios grupos de whatsapp frecuentados por cazadores aparecía su foto, una foto del vehículo, su nombre y su dirección con acusaciones de ser un cazador furtivo peligroso. Todo ello a pesar de que, como queda dicho, los agentes de la Guardia Civil no encontraron ninguna prueba de ello en su inspección.
El vehículo es de mi propiedad; sin embargo, ese día lo conducía mi hermano.
Mi hermano es presidente fundador de CBD Habitat, actividad por la que no percibe emolumento alguno. CBD Habitat es una fundación cuyo objetivo es contribuir a mejorar el estado del medio ambiente y en particular de las especies amenazadas, divulgar el respeto por la naturaleza y mejorar el conocimiento del medio ambiente y de las relaciones del hombre con su entorno natural, la cooperación al desarrollo y, en definitiva, el acercamiento de la sociedad al mundo de la naturaleza.
CBD Habitat recibió en el año 2022 el premio, que concede la fundación de BBVA, a la Conservación de la Bioversidad por su “labor pionera en defensa de la conservación del monte mediterráneo y alguna de sus especies más emblemáticas, como el águila imperial, el lince ibérico y el buitre negro”.
Por otra parte, mi hermano posee una empresa que colabora con la Junta de Castilla y León en temas de medio ambiente. En particular el seguimiento de la fauna salvaje.
Por todo ello es muy fácil encontrarle en el campo por toda España, en particular por toda la provincia de Segovia, y más en época de cría.
Es decir, la presencia de mi hermano en el campo es garantía de defensa de la vida en el mismo. Pues bien, a esta persona algunos pretenden expulsarla del campo. Tampoco lo van a lograr.
Yo sí soy cazador, y pescador. Será por compensar. No me siento especialmente orgulloso por serlo, tampoco me fustigo en demasía. Simplemente soy cazador y pescador.
Es decir, podría considerarse que soy “compañero” de aquellos que han divulgado mi nombre, automóvil, dirección y foto con ánimo de que otros “compañeros” me hagan la vida imposible allá donde vaya. Y todo sin preguntar, sin querer resolver sus dudas. Incluso cuando la única prueba de que disponen, la inspección de los agentes de la Guardia Civil, es precisamente contraria a sus suposiciones. Pero que la realidad no destroce mi relato ¿verdad?
Todo el que me conoce sabe que mi idea de cazar está en las antípodas del furtivismo, no ya por la importante razón de que siempre me ha gustado cumplir las normas, sino por otra tan simple de que no practico apenas la caza mayor, no me atrae esa modalidad. De hecho no he adquirido nunca puestos en lugares y cotos para practicarla. Siempre he “pasado” de los “trofeos”, así como de colgar piezas de animales en las paredes de mi casa o de contar “batallitas”.
Incluso, si me apuran, no me siento especialmente dañado en mi dignidad si vuelvo a casa con un “bolo”. Es decir que, siendo evidentemente el objetivo de la caza matar o capturar, no me siento un fracasado si no mato o no capturo.
Tampoco considero que, como cazador, tenga una cierta prevalencia sobre los demás en el campo o sea único protector y amante de la naturaleza.
Por cierto, quiero comentar que en Prádena he estado tres veces: una comiendo cuando allí aún estaba las tres B (hace ya unos cuantos años) y últimamente, este año, para asistir a la inauguración de una exposición sobre la obra del sacerdote poeta Rafael Matesanz Martín, natural de allí y del que he publicado algunos poemas en la Página Literaria de El Adelantado de Segovia, y a una celebración litúrgica que conmemoraba el aniversario de la muerte de Rafael. Nunca he paseado ni por sus prados, ni por su sierra, ni por sus campos. Tenía pendiente visitar su famoso acebal y su no menos famosa cueva, está claro que ya no los visitaré.
Ya solo me queda decir que no me siento partícipe de ese encanto de esos cazadores, tan amantes ellos de la naturaleza… muerta.
Por cierto, todo ello está debidamente denunciado en los juzgados.
