Como sucede en todas las competiciones ligueras y en cualquier combate de boxeo, el favorito suele tomarse la toma de contacto con la competición con controlada relajación. Lo segundo es verídico, lo primero (eso de creer que tiene «bajo control» el combate o el partido) es más cuestionable, a tenor de lo sucedido en el regreso de la considerada mejor competición del mundo por clubes.
Este extremo es igualmente cuestionable: la cantidad de clase media y baja europea que se cuela por la puerta de atrás en las rondas iniciales de la Liga de Campeones es cada vez más preocupante. Una breve enumeración: Bate Borisov, Basilea, Otelul Galati, Apoel Nicosia, Victoria Plzen… Son nombres de equipos que, probablemente, sufrirían para mantener la categoría en la Segunda División española. Alguien debería recoger el testigo de las evidencias: la primera fase es una excusa meramente recaudatoria en la que caben todos o casi todos, y en la que, sin embargo, no están todos los que son. Si los dirigentes quieren una competición diversificada, incluso exótica, éste es el camino. Si por el contrario quieren una buena competición, tal vez deberían abrir el cupo de participación en las grandes Ligas.
De la reflexión global a la particular de la primera jornada, al menos esta recua de equipos menores sabe aprovechar los compases iniciales de tanteo para hacerse oír. Efectivamente, solo al comienzo de las competiciones y los buenos duelos de cuadrilátero hay opciones para el débil. Un buen golpe en un mal momento del favorito solo llega en esos instantes en los que los grandes miden su superioridad real. ¿O acaso alguien apostaría por un 0-1 en un Inter-Trabzonspor disputado, por ejemplo, en octavos de final? ¿O en el City dejándose pelos en la gatera ante el Nápoles en Manchester? ¿O en el Barça mareando la perdiz con un escaso 2-1 si realmente necesitara un tercero?
La primera jornada no alcanza siquiera, para muchos de los favoritos, la categoría de «toma de contacto». Un accidente puntual se soluciona con relativa sencillez en las cinco jornadas restantes: en octavos de final no faltará ni uno solo de los elegidos (solo habrá dudas en el Grupo A, donde Bayern, City, Nápoles y Villarreal vivirán una gran batalla en medio de una guerra insulsa).
Precisamente el Bayern fue el único favorito que convenció. También ganó con solvencia, aunque menos brillo, el Chelsea. Y el Real Madrid, con un exiguo 0-1 en el campo del Dinamo de Zagreb, otro de esos equipos casi indignos de la más alta competición continental, salvó los muebles de un pobre arranque de la armada española, sellada con dos empates y una derrota.
Esto solo acaba de empezar… afortunadamente.
