‘¡Hay, hay, hay, hay, canta y no llores…’ De la canción tradicional mexicana Cielito Lindo, compuesta por Quirino Mendoza hace la ‘friolera’ de 142 años. Se la sabía ‘to’ el pueblo y uno mas. La ponían en ‘escena’ los amigos de la pareja cada vez o en cada ocasión que él la dejaba a ella, o ella a él o, bien, cuando tras una apuesta, al que perdía se la ‘colgaban’ en la espalda. No obviando que ‘exportada’ como ranchera la bailaba hasta el apuntador.
Y si no me vuelve a fallar mi desperdigada memoria –que ya le vale- creo que ‘iba’ por el ‘camino de los adoquines’ y, mira tú, que el pensamiento me dirigió a la celebérrima avenida del P. Claret de la mítica ciudad de Segovia. Más no crea el lector que voy a seguir la línea de los grandes descriptores sobre sucesos varios que hubo de aguantar la descrita vía. Que no. Mi ‘tesis doctoral’ llega de la mano del ¡adoquín!
Sepan. Los adoquines se colocan sobre cemento de hormigón hidráulico de 0,15 de espesor y un lecho intermedio de arena del 0,6, finalizando obra con el ‘rejuntado’ por medio de una lechada de rico y fluido mortero de cemento.
Sepan. Donde más y mejor se trabajaba el adoquín –así fue durante muchos años-, era en las canteras de la localidad madrileña del Hoyo de Manzanares (1). Eran de piedra granítica y una vez colocados en calles, plazas y avenidas, bien afirmados ya, se pasaba sobre ellos el ‘torito’ y aquello quedaba, como decían los de antes, ‘pa’ siempre.
Sepan. Los adoquines fueron utilizados por cartagineses y romanos. A estos últimos –lo escribo sin ánimo de merma en su capacidad colocadora del adoquín-, el poner guapa la calzada de la Vía Apia les llevó unos 400 años. Pero les quedó bien y con futuro.
Esta técnica se mantuvo en apogeo hasta el siglo XIX, pues con la llegada del automóvil, los que empleaban la ‘sesera’ consideraron que el adoquín era menos rentable. Y pese a que se continúa trabajando con la referida piedra, se hace con mucha menos intensidad. Bueno, pues… Ahora, a la referida Avenida, aplicando el ‘ni contigo ni sin ti…’, se colocaron – tan solo hace unos meses-, adoquines mas sofisticados. No de piedra similar a la del Acueducto –que no tiene más de dos mil años-, y sí de hormigón.
Pruebas por aquí, sesudos estudios por el otro ‘lao’ y llegada de confirmación oficial: ‘el cambio de piedra a hormigón es la solución ideal. Con su aplicación en la Avenida solucionaremos el problema de viabilidad incómoda y pasaremos a la cómoda’. Manos a la obra, tal y como se hiciera en las 17 ediciones anteriores –ya quisieran los editores de libros-, sucedió que… ‘Pasaron una, dos, cuatro, cinco, seis semanas…’ y el caminito naufragó.
Busca que buscaré, llegué a conclusión siguiente. Pudo ser –buscador de culpabilidad-, que por el vuelo constante de los miles de vencejos por las inmediaciones, pues algunos de ellos lo hacen en vuelo rasante y sabido es que el fuerte viento siempre levanto adoquines;
–quizás fuere por el movimiento lateral-externo de los autobuses urbanos que llevan interiorizada y monitorizada la música de ‘San Vito’, y que, ‘pese’ a su ‘peso’, no llegan a doscientas/día las ocasiones que discurren por la calzada ¿Se tuvo en consideración en cuantas ‘chapuzas’ -trabajo hecho mal y sin esmero- hubo ese ‘detallito’? Y ya llegamos a la 18ª;
-fuere quizás, por la dificultad que entraña tener que colocar adoquines en invierno, pues pueden ‘coger’ frío y con la dilatación (u otro ‘san benito’) en verano, diagnosticar cualquier enfermedad infecto/contagiosa que libere al que dio la orden de ‘hágase’ y de tener que cargar con el rosario del ‘chapuceo’.
Considere quien leyere que siempre habrá alguien en algún lugar – este bebido o sobrio- que eche la culpa al ‘empedrao’. Por más que se haya gastado, y mal, muy mal, el dinero del contribuyente. Por ello, y muchas chapuzas mas, sería ‘entrañable’ que todos los implicados en tal causa y en tan larga ‘metedura de pata’, hubieran ¡que menos¡ entonado el ‘mea culpa’ reuniendo a los ciudadanos al tañer de campana en la Plaza Mayor y desde el balcón del ‘chupinazo’ reconocer sus errores. Pero ‘quìa’ – entiéndase la palabra como incredulidad o negación-, los ‘liberados’ se liberan cantando el ‘ya todo aquello pasó, todo quedó en el olvido…’, que ‘conjugan’, mirándose a los ojos, con el ‘pío, pio, que yo no he sido’.
Y si quieren les cuento lo del ‘quejio’ constante de las tapas de las conducciones de múltiples desagües, cableado, fibra, micro fibra… que han ubicado en la zona que fue asfaltada. Todas, pero todas, están situadas en la línea de flotación de vehículos de ocho, cuatro, tres y dos ruedas… Todos ellos –porque les va la marcha-, pasan bailando al ritmo de Bachata dominicana.
Han reeeeecomenzado las obras. En cuatro meses y propina, se acaban… por ahora.
¡Es acojonante! Perdonen, pero la palabra es traducción por lo libre de acongojante
Sepas que las chapuzas se han ubicado en el lugar y ya superan las dos décadas.
¡Y todo por el viento que ‘producen’ los vencejos!
Mejor… canta y no llores. Total, te va a dar igual.
P.D. Todas las cuestiones técnicas descritas fueron tomadas al oído. Por ello, y entendiendo que haya profesionales que se puedan sentir agraviados, agradecería –los lectores también- me hicieran llegar cualquier rectificación.
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(1) Tierras de Segovia que fueron desde la repoblación, con periodos intermedios convulsos, hasta 1446. Fecha ésta en la que Juan II hizo donación del término al Marqués de Santillana. Su pertenencia actual a Madrid no lo fue hasta 1833, con la división de España en provincias.
