Por decirlo suavemente: hay algo engañoso en la tómbola de ofertas en materia de construcción de viviendas inaugurada por el presidente del Gobierno a cuarenta días de las elecciones del 28 de Mayo. Primero, en clave de mitin, prometió “liberar” 50.000 viviendas que llevan años perdidas de la mano de la Sareb, la gestora estatal que se creó en 2012 para estabular los activos tóxicos de los llamados “bancos malos”, llamados así por no etiquetarlos como lo que realmente fueron: pufos en materia de promociones urbanísticas fallidas llevados a cabo por los gestores de las hoy desaparecidas cajas de ahorros, entidades entregadas en su gestión y beneficios a políticos y sindicalistas.
Tras el rescate, miles de viviendas quedaron o a la intemperie —están sin terminar unas 14.000—, han sido ocupadas otras tantas y tienen ya inquilinos estables alrededor de 15.000. Así que las cincuenta mil prometidas por Pedro Sánchez se reducen a menos de 10.000. Por eso, tras la reacción provocada —la gente sabe sumar y restar— a Sánchez no le ha quedado más remedio que ampliar la tómbola.
Lo hizo en la Sesión de Control al Gobierno en el Congreso. Ahora ha subido la apuesta anunciando la financiación de 43.000 viviendas destinadas a alquiler social y a precios asequibles mediante una línea de crédito de 4.000 millones procedentes de los fondos europeos. Si nos olvidamos de que el mismo Pedro Sánchez, ya en octubre del 2021, prometió construir 100.000 viviendas y resulta que el tiempo ha pasado y estamos donde estamos, la última de sus promesas podría tener algún valor, porque la idea en sí, es buena. Facilitar el acceso a una vivienda digna a jóvenes con recursos económicos limitados dada la situación por la que atraviesa ese segmento de la población: salarios bajos, paro superior al 23 % y la inflación que en 2022 alcanzó el 8,3%.
La idea, ya digo, es buena, lo malo es que no pasa de ser una promesa de Pedro Sánchez. Una más en el lote de la tómbola puesta en funcionamiento ante la inminencia de unas elecciones en las que las encuestas no presentan un escenario halagüeño ni para el PSOE ni para sus coaligados de Podemos a quienes persigue la ominosa sombra del escándalo de las excarcelaciones y rebajas de penas a delincuentes sexuales por obra de la chapuza de la ley Montero, del “solo sí es sí”. Construir una vivienda reclama su tiempo —meses, incluso años—, así que para llegar a las más de 40.000 prometidas, ya veremos. Pero bueno, para entonces ya habrán pasado las elecciones y lo que quedará será la ilusión de la tómbola.
