Había comenzado el siglo XX. Ahí, al ladito. La ciudad vivía una hambruna que afectaba ¿hace falta describirlo? a las familias donde había –obligado te veas-, huelga de brazos caídos. Situación a la que se llega cuando queriendo y pudiendo trabajar buscas trabajo, no lo encuentras y los que habitan la casa piden pan. Cuestión que volvió a suceder de forma intermitente en esta Segovia mía, en esta Segovia nuestra, a lo largo de muchos años. Lo que se demuestra, hasta decir basta sople viento de costado o de frente, que los ‘destripaterrones’ (jornaleros), son los perdedores en cualquiera de las partidas que juegan otros, donde ellos y sus familias, sin quererlo ni buscarlo, se ven involucrados.
Permitida me sea la licencia al escribir sobre estas situaciones, reales como la vida misma, que pasan, que no deberían pasar, y que seguirán pasando.
¡Ahí te quiero ver Manolo! Créeme. Era martes el 5 de marzo de 1901. En la Plaza de Toros de la ciudad, donde el Ayuntamiento había organizado la ‘fiesta/entrega’ de pan a los ciudadanos más necesitados. Los concejales llegaron al lugar, cedido por la propiedad para el acto, y fueron entregando –uno por familia-, hasta llegar a mil. No hubo para tanto necesitado de pan. Aquí el milagro se quedó corto. No solo por el pan, tampoco hubo peces.
Y si me permites, amigo Manolo, te cuento la historia hasta llegar al referido. Unos días antes el Ayuntamiento recibe una donación de 250 pesetas procedentes de los bienes propios de D. Ezequiel González de la Bodega (1). Los representantes consideran que la mejor inversión –siguiendo la línea inequívoca de vida del donante-, es que pueda llegar a los que más lo necesitan. Con el fin de aumentar la cantidad se propone cuestación entre los concejales. Se consiguen 100 pesetas. Se une el capital y es invertido en hogazas (panes) de 750 gramos.
Acabado el relato del reparto, mira tú, encontré en el camino de búsqueda de otras ‘quisicosas’ un ‘colateral’ que, tratando de seguir lo anterior, tiene su miga. Inclusive, si te paras y piensas, con la condición humana.
Aquí te lo dejo, Manolo, por si de ello puedes entresacar (que no creo) alguna semejanza o conclusión. Pues ‘cada uno es como es y cada quien es cada cual’. Lo dijo, cantando maravillosamente, el ‘retirado’ Serrat.
Un par de días después del reparto del pan se celebró comisión permanente en el ayuntamiento. En el último punto del orden del día el concejal, Pedro Ondero Sanz, presentó la siguiente moción. Lean con atención:
‘Es un escándalo lo que ocurre con los trabajadores/dependientes de Consumo. Mientras que una numerosa comisión de concejales estaba repartiendo panes a los pobres en el circo taurino, cinco de los que pertenecen a la ronda (2) se hallaban en el cercano ventorro de Chamberí, jugando al mus y trasegando copas de vino (tomar una bebida alcohólica en exceso). Un cabo (su jefe) tuvo que echarlos de allí. Y ahora pregunto ¿van a quedar sin castigo cinco sujetos de la ronda de tabernas, que es lugar ideal de ‘matuteros’?’ (3).
Acaba el señor Ondero y le responde el alcalde Doroteo Lotero Martín. (Este en funciones. Sustituía a José Ramírez (4) que había solicitado un permiso de dos meses). ‘Su pregunta, señor Ondero, tiene respuesta inmediata. Los citados ya han sido castigados. Pero no con multas, que incidirían en sus pobres familias, y sí en sus puestos de trabajo, pues se les separa de la ronda y quedarán permanentemente en los fielatos’.
‘Nadie ha de pedir o reclamar más de lo que le corresponde, en especial si con ello perjudica a otra persona, pues cada uno debe conseguir lo que se merece’ (Refrán).
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(1)Nacido en Turégano, criado en Segovia (barrio de Santa Eulalia), estudiante en Valladolid y Madrid (Doctor en Derecho), vecino, también, de la capital de España, presidente de la Sociedad Segoviana de Amigos del País… Mecenas, persona sensible ante la necesidad vital del ‘otro’, liberal isabelino, redactor del periódico ‘El Siglo’ (Madrid), defensor de nuestro Patrimonio artístico y de la enseñanza para los niños y jóvenes, donde su legado permanece.
(2)Los referidos empleados municipales desempeñaban el trabajo de vigilancia del comercio, sobre todo de alimentación, y de aquellos que llegaban a la ciudad para vender sus productos de puerta en puerta.
(3) Persona que introduce en la población géneros sin pagar impuestos de consumo.
(4)Unos días antes de dejar temporalmente la alcaldía, el Sr. Ramírez, médico por vocación, abrió en la Caja de Ahorros una libreta con 200 pesetas (de su bolsillo), a nombre de la primera nacida en la ciudad, de nombre Manuela, en el año 1901.
