No es fácil contraponer opiniones a este gobierno de retroceso, que no de progreso. La verdad es que no da tiempo porque los escándalos políticos se suceden a tal velocidad y nos cansan tanto que están provocando en los ciudadanos la tentación de desconectar de la política, al parecer por puro hastío. Y eso es peligroso, aunque quizás es lo que se persigue. Debe ser que las injusticias hay que hacerlas todas a la vez como decía Maquiavelo.
Hay una buena colección de despropósitos bien conocidos por todos, pero por citar solo alguno de los últimos, habría que referirse a esa ley conocida con ironía como SISI, que rebaja las penas a violadores y maltratadores. Porque esa ley no solo es mala, además es una gran insensatez pese a que esa ministra inexperta en leyes tenga la cara de decir que falla porque los jueces son machistas y se tienen que formar. Es increíble oír semejantes patochadas, pero hay un proverbio chino según el cual el sabio no dice lo que sabe y el necio no sabe lo que dice.
De ahí pasamos a la reforma de la sedición, donde da la impresión que lo que se persigue es rebajar las penas por dar golpes de Estado y propiciar que algunos delincuentes se puedan presentar a las próximas elecciones. Si será grave, que incluso algunos ex ministros socialistas han salido públicamente a afirmar que atenta contra la Constitución y la ley. Ciertamente es una bonita manera de dejarnos inermes frente a los golpistas. Y ya puestos, modifiquemos también el delito de malversación que para eso hemos prometido que íbamos a luchar contra la corrupción y esta es una buena fórmula para hacer lo contrario de lo dicho. Con todo esto en marcha, entiendo que el próximo presidente de gobierno no tendrá más remedio que hacer un ministerio de la derogación.
Y en vísperas de la fiesta de la Constitución, asistimos asombrados a una declaración conjunta de los socios separatistas que sostienen este gobierno y pretenden romper España, donde el Sr. Rufián se permitió hablar en nombre de toda la sociedad vasca, gallega y catalana, diciendo que el Rey no les representa porque su principal objetivo es mantener la unidad de España. En definitiva, quieren derribar los dos diques de contención a sus perversos intereses: el Rey y la Constitución Española. Seguro que ninguno de estos personajes se ha leído la Constitución, pero les convendría hacer un esfuerzo y echar un vistazo aunque solo fuera a los artículos 1 (la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria), y 2 (la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles). Eso les impediría decir semejantes estulticias. Pero ellos siguen con su matraca de demoler el Estado de Derecho y romper España.
Y mientras se excarcelan etarras, tenemos que pasar por la vergüenza de ver como se expulsa de Navarra a la Guardia Civil, ese cuerpo tan querido y admirado por la inmensa mayoría de los españoles. Y casi al mismo tiempo, se expulsa de la tribuna del Congreso a una diputada por llamar por su nombre a los filoetarras, es decir, a los que homenajean a los etarras. El mundo al revés.
Sin embargo, otra diputada catalana se permitió afirmar que tiene asco y aversión a la policía nacional y a la guardia civil, y que si tanto nos gustan, “llévenselos a su España”. Al parecer esto sí se puede decir desde la tribuna del Congreso sin ningún problema. Pero lo que no pueden evitar es que muchos, al oírlo, gritemos sonoros vivas a la policía nacional y a la guardia civil.
Por no hablar de las veces que llaman fascistas a miembros de la oposición constitucionalista porque naturalmente a ellos sí se les puede insultar. ¡Faltaría más! En ese sentido, leí hace poco que Pier Paolo Pasolini, artista e intelectual de izquierdas, mantenía que el viejo fascismo es un monstruo superado y que ahora toca lidiar con algo mucho más sofisticado que él llama Nuevo Poder. Pues en esas estamos.
Y como no podía ser de otra manera, hemos terminado la semana pasada con un viernes negro donde se pretende asaltar el Consejo General del Poder Judicial. Así, por las buenas. La realidad es que Sánchez manda en el Ejecutivo, domina el Legislativo pero le falta el Judicial. Por tanto, es el momento de recordar que el principio de la división de poderes constituye uno de los pilares fundamentales de cualquier sistema democrático que se justifica por necesidades funcionales y de mutuo control para evitar abusos por parte de cualquiera de ellos. Ya lo decía Montesquieu: “para que uno no pueda abusar del poder, es necesario que, mediante la disposición de las cosas, el poder detenga al poder”.
Y en medio de este barullo, Sánchez se sube al atril, y comunica a toda España con pompa y boato, que pasará a la historia por haber exhumado un cadáver de hace casi cincuenta años. Si no fuera por lo patético de la situación, no me negarán que la cosa tiene su gracia.
Últimamente he tenido oportunidad de hablar con algunos amigos socialdemócratas votantes del PSOE, y no entienden nada del viraje del que ellos mismos califican como partido sanchista. Ciertamente estamos ante la peor crisis política de los últimos 45 años por lo que es imprescindible que la oposición constitucionalista adopte posturas comunes firmes, acordadas conjuntamente, no unilateralmente, y que tengan posibilidad de ser eficaces.
Y esto vale también para toda la sociedad civil que tenemos que dar la cara porque lo que está pasando no atañe solo a los partidos, sino a todos los españoles.
