Las variables que explican un determinado resultado electoral son muchas y complejas. ¿La estructura demográfica del territorio es una de ellas? Para la sociología política la respuesta es afirmativa. Los comicios del 20-N parten de una evidencia que reflejan los datos del censo electoral: 77.466 jóvenes podrán ejercer por primera vez su derecho al voto en unas generales, un 46 por ciento menos que en la cita de 1996 -cuando el PP accedió por primera vez a La Moncloa-, año en el que arranca la serie histórica del INE. En aquella convocatoria la cifra de nuevos electores ascendía a 133.740 y desde entonces ha decrecido progresivamente, también de forma relativa al pasar de ocupar el 6,3 por ciento del censo electoral a tan solo el 3,8 por ciento. Por grupos de edades más amplios, el Censo de Españoles Residentes indica para el 20-N que en la región los jóvenes entre 18 y 34 años representan el 21,3 por ciento del electorado, el tramo de 35 a 64 años el 49,8 por ciento, y de 65 en adelante el 28,7 por ciento.
La tendencia señalada es paralela, pero más acusada, a la seguida en el conjunto de España, donde en el mismo periodo los nuevos votantes han disminuido un 36 por ciento y su peso actual sobre la masa electoral se ha quedado en el 4,4 por ciento. Para intentar deducir a qué formación política beneficia, a priori, este cambio demográfico, resulta fundamental tomar como referencia los estudios demoscópicos existentes sobre la radiografía ideológica de la Comunidad.
La encuesta más reciente es la elaborada por el CIS con posterioridad a las elecciones autonómicas de mayo. En una escala de 0 a 10 que representa el posicionamiento ideológico de izquierda a derecha y donde el valor 5 equivale al centro puro, en Castilla y León únicamente el colectivo con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años, apunta ideológicamente hacia la izquierda con un 4,7 de media.
El último estudio sociológico de amplio espectro realizado en la Comunidad sobre esta materia -la bibliografía sobre análisis ideológico en Castilla y León es ciertamente escasa- fue el barómetro elaborado por la Universidad de Salamanca en 2006. En dicho informe el electorado más joven (18 a 24 años) también presentaba una media de ubicación ideológica de centro-izquierda, con un 4,4, aunque entonces también reflejaban valores inferiores a 5 los tramos de edad entre 25 y 34 años (4,5) y entre 35 y 49 (4,7), mientras que los electores de 50 años en adelante se autocalificaban ideológicamente en posiciones de centro-derecha.
Una de las participantes en la elaboración de aquel Barocyl y profesora titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Leticia Ruiz, explica que las principales conclusiones de aquel estudio pueden considerarse vigentes porque «las ubicaciones ideológicas promedio de un espacio geográfico no tienden a cambiar mucho con el paso del tiempo». La investigadora señala además que según todos los estudios de comportamiento electoral en España, a diferencia de otros países europeos, existe una altísima correlación entre la identificación ideológica y el sentido final del voto. Por tanto, vista la ubicación ideológica por edad de los nuevos electores de la región y la tendencia demográfica que refleja la secuencia censal de los últimos comicios, Ruiz Rodríguez estima que la evolución de envejecimiento poblacional favorecería a la principal formación de centro derecha, es decir, al Partido Popular. «En Castilla y León los estudios de opinión pública reflejan que los ciudadanos se ubican más en el centro de lo que intuitivamente pudiera pensarse y por eso el centro constituye el gran nicho ideológico por el que tienen que competir los partidos», añade.
Araceli Mateos, profesora titular de Ciencia Política de la USAL, también coautora del Barocyl 2006, considera igualmente una referencia útil aquel estudio, «porque las actitudes no cambian tanto» en este periodo de tiempo. Mateos indica que en España el tipo de comportamiento electoral del grupo de los nuevos electores, de 18 a 22 años, es distinto respecto a jóvenes de mayor edad. «En el colectivo más joven se da, por ejemplo, una abstención más basada en el desinterés que en una intención crítica», explica. En cuanto a la correlación entre adscripción ideológica y voto final, la investigadora salmantina considera que la crisis está modificando en parte esa asociación, pasando a tener un mayor relevancia la evaluación racional de la situación económica. «Los más jóvenes siempre son el grupo más volátil. En la actual coyuntura cabe pensar que aumenten las opciones de castigo al partido en el gobierno, en beneficio de otras formaciones o de la abstención», aventura.
Si el peso del electorado joven disminuye, entre los dos partidos mayoritarios las candidaturas no reservan demasiado espacio a la renovación generacional. Al menos entre los números uno de las candidaturas. En el PSOE la media se sitúa en 48,2 años siendo el candidato de menor edad el aspirante al Congreso, Luis Tudanca (33 años). La media se eleva en el PP hasta los 53,5 años y su número uno más joven es la atleta palentina Marta Domínguez (35), que opta al Senado. El relevo generacional sigue ofreciendo resistencia.