¡Lo ha vuelto a hacer! El idilio de Sánchez con Otegui propicia un nuevo ataque a las instituciones con la entrada de Mertxe Aizpurúa en la Comisión de Secretos Oficiales. Con la entrada de la exdirectora del diario Gara, condenada por enaltecimiento del terrorismo, participarán también Gabriel Rufián (ERC), Miriam Nogueras (Junts), Albert Botran (CUP) y Echenique Robba, todos ellos contrarios al orden constitucional y declarados enemigos de España.
El PSOE de Sánchez ha caído subyugado ante la banda terrorista que asesinó a sus compañeros, crímenes, por cierto, por los que todavía no han pedido perdón. Es más, ha necesitado de sus votos para que saliera adelante el denominado “decreto anticrisis” referente al plan nacional de respuesta a las consecuencias económicas y sociales del conflicto en Ucrania.
Sánchez es un autócrata de libro, concentra en sí todo el poder y sus decisiones están más allá de toda regulación, porque los órganos legales se encuentran sometidos a su voluntad.
Su obsesión por el poder y su egocentrismo están llevando a España al furgón de cola de Europa. Sus decisiones amorales son fruto de una personalidad cuya única voz es la suya donde la disidencia o la discrepancia no es aceptada, y rechaza la diversidad de ideas provocando un sometimiento al pensamiento del autócrata, en una búsqueda de la supremacía, degradando a la persona en beneficio del individuo ideologizado.
La decisión de incorporar a los enemigos de España a la Comisión de Secretos Oficiales no es casual. Forma parte de un plan cuyo principal objetivo es mantenerse en el poder a toda costa.
Sánchez actúa en detrimento de la verdad y la libertad. Pero todavía existen muchos defensores de sus decisiones. Por eso yo me pregunto ¿Son moralmente aceptables las decisiones de Sánchez? Porque Sánchez juega con una sociedad donde la imposibilidad de dilucidar con argumentos la obligación moral, provocada por la idea generalizada de que la moralidad es una cosa personalísima de cada cual, produce una concepción relativista que sirve para utilizar a las personas como medio a manos de los fines de cualquier partido o coalición que detenta el poder, es decir, él. En nombre de ese pluralismo desaparece la búsqueda de los criterios últimos de la acción recurriéndose a la sociología de masas y la psicología de la persuasión (demoscopia, encuestas sobre preferencias, etc.). Y así, en virtud de esta coartada se aprueban leyes como la ley de eutanasia, sin debate previo, ni tan siquiera se tienen en cuenta los cuidados paliativos como alternativa, la ley de libertad sexual, la ley Celaá, la ley de memoria histórica, la ley sobre el colectivo LGTBI y Trans y, por último, la nueva ley del aborto que está preparando el siniestro Ministerio de Irene Montero.
Esta “democratización” del pensamiento moral de una nación que consiste en un abandonarse en manos del monopolio del poder, acaece sobre cada “yo” concreto, de tal forma que no permite juicios valorativos pero sí acepta un dominio organizativo en el que los fines se consideran como algo dado e intocable.
Vox es un partido de sentido común, que ha llegado para dar luz y cambiarlo todo recuperando la verdad y la libertad a los españoles de toda ideología y clase social, inspirado en valores y principios morales fin de todo estado democrático.
Frente el autocratismo, sentido común.
(*) Diputado de Vox por Segovia.
