Los adolescentes y jóvenes han cambiado nuestro “yo paso” por su “no me renta” como forma de expresar rechazo o desinterés. Hay algo de ciclo vital que se repite generacionalmente y de adanismo hipócrita que se escandaliza por sus nuevos modos. Les recriminamos que utilicen el cristal del móvil como espejo y no como ventana, mientras actualizamos Linkedin. Despreciamos a Ozuna cantando “dale mátame, me dice baby maltrátame” mientras tarareamos a Loquillo “que no la encuentre jamás o sé que la mataré”. Criticamos su hedonismo mientras se disparan los implantes. Nos reímos de sus modelos de relaciones mientras nos divorciamos. Les animamos a buscar algo estable mientras esperamos al chaval de Globo. “A ver si maduras rápido, les decimos, que me tengo que ir a una fiesta de un chico que acaban de jubilar”. Todo recuerda a ese padre que es llamado por el psicólogo del colegio porque su hijo veía tetas y culos en las manchas de los test de Rorschach y acaba diciendo al terapeuta: sí, ya sé que el chaval es tonto, pero es que usted también le enseña unas cosas…o aquel abuelo que decía: Yo a tu edad, ya tenía dos años más. De niños les pedimos que solo sean felices y luego nos extrañamos que se triplique la ansiedad y la depresión.
Pero más allá de las edades y contextos difíciles, hay un dato: España es el líder europeo en paro juvenil de menores de 25 años. La mayor desigualdad no es entre géneros ni entre lugar de nacimiento. Es entre edades. El riesgo de pobreza es el doble si eres adolescente. La brecha entre José y Josefa es grande; entre nacer en San José y Santo Tomás (o El Pozo y Pozuelo) es enorme, pero es mayor aun entre boomers y milenials. Empezando por el salario, los mayores de 60 ganan más de 2.000 euros y los menores de 25, menos de 800. Siempre ha sido así, pero ahora va a más. Los nacidos en los 60, funcionarios, pensionistas o trabajadores de grandes empresas se sienten protegidos por el sistema y los sindicatos. Los nacidos en los 90, precarios y baratos se sientan a la intemperie social. Los impuestos, el factor de corrección de la desigualdad, apuntala la diferencia. Un rico (mayor) solo paga un 10% más que un pobre (joven) y un 36% de estas transferencias va a pagar una de las pensiones más generosas de Europa.
La nueva política ha traído menos política. Los jóvenes confían en la democracia, pero no en los partidos
Hay unos tres millones de jóvenes entre 18 y 25, un 7% del electorado. De ellos, más de la mitad irá a una abstención que va creciendo. Casi un 40% votará PSOE o PP. En 2015, un 30% votó Podemos. Hoy sería un 5%. Razón: el chalet con piscina. Vox crece hasta el 7, sobre todo entre ellos y PACMA hasta el 6, sobre todo entre ellas. Cs dejó de ilusionar porque no era útil. La nueva política ha traído menos política. Los jóvenes confían en la democracia, pero no en los partidos. El 70% pasa de ellos.
Desbloquear el acceso al trabajo y a la vivienda en los jóvenes es menos goloso electoralmente que actualizar pensiones o subsidios. Pero, a la larga, tan ineficaz como arreglar un casete en vez de bajarse Spotify, porque la única forma de garantizar las pensiones de los boomers es que las paguen los milenials. Leí hace poco un estudio con adolescentes en el que les piden un adjetivo sobre nuestros líderes: Sánchez, sobrao y Casado, pringao. Todo un poco burdo. En plan…Para valorar a Yolanda, primero deberían conocerla. De ahí, su visita al Papa, para hablar del comunismo majo como Dios manda. No es que la política no les rente a los jóvenes, es que ellos no le rentan a la política. Real.
