Venimos presumiendo en Segovia de que es una ciudad donde hay numerosas manifestaciones a las que se suele denominar como culturales, pero no todas lo son; algunas se quedan en pequeñas culturitas que sirven más para “rellenar” y tratar de aparentar, que para otra cosa.
De todas formas, es innegable que también contamos con buenas actividades que, a lo largo del año, pueden considerarse como auténticamente culturales. No voy a hacer una relación de todas las que puedan incluirse de lleno en dicho calificativo, por lo que prefiero concentrarme, en esta ocasión, en dos concretas de las que realmente representan cultura de la de verdad, de la buena: Los libros, es decir, las librerías que les ofertan, y la música, entendiendo en esta última tanto la clásica como las diversas modalidades que hoy se vienen cultivando incluso en los grandes conciertos que atraen a cientos de personas.
En una entrevista realizada en fecha reciente al universalmente conocido director musical Daniel Barenboim, que está a punto de cumplir 80 años, y aparecida en “El Cultural”, el célebre maestro de la batuta señala que “desde hace muchos años la cultura ha perdido mucha importancia en la sociedad. La música, en concreto, enormemente. No hay educación musical en las escuelas. ¿Cómo se espera que haya un público con hambre de escuchar música? Es un problema no de dinero sino humano, porque la educación musical no cuesta una fortuna, pero los políticos, en su gran mayoría, no se interesan por la cultural en general, y por la música en particular.”
Dentro de esta despreocupación política por la cultura incluimos también la lectura, naturalmente. Y en este momento muy en especial porque el pasado día 11 de noviembre se cumplió el segundo centenario del nacimiento de uno de los grandes genios de la novela de todos los tiempos: el ruso Fiodor Mijailovich Dostoievski. De él escribe el profesor Rafael Cansinos Assens, en la introducción a los tres volúmenes de sus obras completas, por él traducidas (Aguilar, 1953): “Mientras otros escritores envejecen tan aprisa y mueren tan pronto en su obra antes de morir ellos, he aquí a este Dostoievski que a pesar del tiempo transcurrido desde su óbito (1881) aún se conserva tan fresco y floreciente como en vida”.
Buena ocasión, ahora, para que las numerosas librerías de Segovia presenten en sus escaparates obras del gran escritor. Precisamente en un momento en el que parece que la venta de libros se va incrementando; en este sentido opinan los libreros segovianos, según sus manifestaciones con motivo del Día de las Librerías, en este año celebrada justo en la fecha del mencionado bicentenario. Sabido es que en nuestra ciudad se ha ido incrementando, felizmente, el número de librerías, que se ubican ya en casi todos los barrios y algunas con estilos y formatos muy actuales, y sin que falte tampoco la notable actividad de venta mediante Internet, sistema que ya se emplea en muchas de ellas, y más concretamente en las especializadas en la venta de libros antiguos y raros (cuya feria anual acaba de celebrarse aquí), puesto que hay numerosos españoles que acuden a este medio para encontrar ejemplares que les pueden suministrar librerías de distintos puntos del país. También la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) ha manifestado su satisfacción porque se vayan consiguiendo, en las ventas, cuotas muy similares a las que se registraban antes de la llegada de la pandemia.
Destaquemos también, en materia bibliográfica, la existencia de algunas editoriales en la provincia,, modestas si se quiere, pero con publicaciones muy interesantes y novedosas.
Para ayuda a reforzar la venta, ahí acaba de llegar también la concesión del Premio Cervantes 2021 a la escritora uruguaya, afincada hace años en Barcelona, Cristina Peri Rossi, nombre que me trae al recuerdo que durante los años 1990 y 1991 publicamos en la sección de Opinión de este diario una serie de artículos que nos facilitaba la agencia EFE con la firma de destacados escritores del momento, entre los que estaba, precisamente, la flamante ganadora del Premio Cervantes de este año. Y junto al de ella, fueron apareciendo también en estas páginas de Miguel Delibes, Francisco Ayala, Adolfo Bioy Casares, Uslar Pietri, Fernando Lázaro Carreter, José Donoso, José Saramago…es decir, toda una estupenda relación de nombres sobresalientes en la literatura y el periodismo.
Y una casualidad: acabo de mencionar al escritor ruso, pues bien, Cristina Peri Rossi publicó en 1992 una novela, sobre la afición al juego, que lleva por título “La última noche de Dostoievski”, novelista que también trató el tema en “El jugador”, sobre la pasión por los juegos de azar, sobre todo la ruleta, de la que él mismo fue adicto.
