Tras un fin de semana de estreno en el Castillo, el elenco de actores quiso despedir por todo lo alto la que ha sido el éxito del verano, la teatralización de ‘Los Nadies’. La visita por los rincones de Cuéllar que comenzó en agosto hizo las delicias de decenas de visitantes y cuellaranos que disfrutaron de unos personajes poco usuales en una época poco utilizada en el teatro de estas características: los labradores y el siglo XIX.
El Palacio de Pedro I fue el escenario escogido para que Diego Baeza, Aurora Mayo, Blanca Izquierdo y Sergio Caminero se mostraran esta vez sin personajes y dispuestos a desgranar el proceso creativo de esta obra. Blanca, directora de esta obra, explicó que la idea de hacer un espectáculo de labradores ha rondado en su cabeza durante mucho tiempo, hasta que se hizo realidad. Comentó que fue el momento exacto, justo cuando elenco de actores se afianzó y el parón del covid en el Castillo la impulsó. Su proceso de investigación fue arduo, ahondando en los textos de Lorca por ser “quien más habla de la tradición, la familia”. Estos términos son los que también han motivado a Blanca, y se ha visto reflejado en la esencia de cada escena.
Sergio Caminero fue el encargado de hablar del vestuario, con mucho peso en esta obra. Acostumbrados a ser otros los personajes, como la alta nobleza del Castillo, esta vez el vestuario fue muy diferente, sin perder ningún detalle a la época. “El vestuario es la dermis de la obra, antes de que el actor hable, por su ropa, se ve lo que quiere transmitir el dramaturgo”, explicó. Indicó cómo ha habido debate entre las ciencias sociales y las artes escénicas a la hora de escoger cómo vestir a los personajes, pero siempre se basados en tres conceptos: formas, texturas y el color. La bibliografía del etnógrafo Carlos Porro, autor de la posterior conferencia, ha sido también base de este proceso. Manteos, justillo y todas las prendas han contado con tejidos 100% naturales, como en la época; lana, esparto, lino, algodón e incluso centeno para gorros, casi extinguidos, han sido escogidos para el vestuario, fiel a la época. Los actores bromearon con “lo sufrido” del vestuario, con esos tejidos a 37 grados en verano, aunque todo ello les mereció la pena para cosechar este éxito. El color, como explicó Blanca, se mueve entre tonos tierra y ocres por el vínculo al trigo, la cebada y el campo.
Parte fundamental de esta obra ha sido la música, de la que Diego Baeza ha sido un gran investigador. Conversaciones con las gentes de Vallelado, su tierra, lograron rescatar piezas del folclore más puro y que consiguieron atrapar al público y que fuera partícipe, uno de los mayores objetivos de ‘Los Nadies’. Para ello rescató la seguidilla, el vito, o piezas más modernas como la Jota de los Labradores, todas ellas coreables y que hacen del espectáculo un show dinámico y muy auténtico. La fonoteca de la Fundación Joaquín Díaz, archivos de la diputación y todo tipo de publicaciones han sido fuente de sabiduría para después llevar a escena.
Por último, Aurora Mayo habló de los escenarios escogidos. “Se han redescubierto espacios a mucha gente, e incluso se les ha dado a conocer”, comentaba. Blanca Izquierdo, como directora, apuntó que es una meta en cada obra llevar al turista por el recorrido más fiel a la época, y que elementos como los coches, las papeleras y mobiliario urbano no sean anacronismos que rompan el ambiente para el público. Este ha sido sin duda el verdadero protagonista de la obra; realizar el espectáculo por sus calles ha hecho que muchos vecinos se convirtieran en cómplices de cada pase, y los cuatro actores destacaron la implicación de todos, la ayuda y “lo bien que se porta la vecindad con cada espectáculo”. Las anécdotas con los propios vecinos fueron el colofón final para este acto que cerró Carlos Porro con más apuntes sobre el vestuario de la época y cómo se ha representado en los labradores de ‘Los Nadies’.
La obra, como adelantó el elenco de actores en primicia, volverá el verano que viene para seguir conquistando las calles de Cuéllar. Este montaje y su éxito pueden ser mostrados y disfrutados una temporada más, alimentando así el folclore de la comarca.
