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Pedro Emilio Espinar de Andrés – La madera y su aserrío, en La Granja-La Pradera-Valsaín

por Redacción
31 de enero de 2020
en Opinion, Tribuna
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A fuer de escribir sobre lo mismo, es muy posible que el escribidor acabe siendo algo –o mucho, que también es posible- monotemático, y estoy empezando a notar que este tema de lo MADERERO-FORESTAL, relativo al municipio arriba indicado y en mi caso, lleva camino de incluirse en esa categoría de las cosas pensadas, hechas en una escasa proporción y criticadas –por escrito, en tertulias, pasadas a “documento oficial”, etc.- casi desde los tiempos del cólera morbo, que ya es decir. O dicho de manera más exacta, desde hace más de treinta años –enero de 1987 es, por así decirlo, la primera vez que aparece la firma de un servidor (junto a la de otros “servidores de lo público”, todos del ámbito educativo) en un “papel oficial” dedicado a “proteger” la integridad del antiguo “Aserrío Mecánico de los Montes de Valsaín”: una SOLICITUD PARA SU DECLARACIÓN COMO BIEN DE INTERÉS CULTURAL, ante el Mº de Cultura de entonces, dirigido por Javier Solana Madariaga-, y no se trata de una frase hecha y manida, sino de una realidad tan palpable y dotada de sentido como pueda serlo la inigualable madera del Pino Valsaín.

El 6 y el 25 de septiembre de 2018, en este mismo periódico, aparecieron sendas noticias relacionadas con este asunto –aunque hay muchas más de este tenor, se lo aseguro-: la primera la titularon “El Aserradero de Valsaín será declarado Bien de Interés Cultural”; la del 25, tal que así: “El Senado propondrá un uso museístico al Aserradero de Valsaín y volver a la actividad”. Los organismos estatales “fabricantes” de tales “expectativas de futuro para esta zona geográfica” fueron, respectivamente, las Cortes Regionales y el Senado, oficinas estatales públicas, como se sabe, repletas de gentes cuyo oficio principal –eso nos dicen a menudo- es el de facilitarle a la sociedad que dicen representar lo mejor de las formas existentes para solventar sus diarias existencias, e incluso el modus vivendi de la población a más largo plazo. Y aquí, en estos lares serranos, como es bien sabido –o ya no tanto, y es posible que estemos entrando en esa zona de la amnesia colectiva en la que se van diluyendo las nociones sobre el pasado reciente asociado a la explotación de los recursos naturales propios-, lo FORESTAL-MADERERO formó parte, desde los tiempos cuasi prehistóricos, de las maneras usadas por sus pobladores para resolver el problema de la existencia, dado que éstos aprendieron, desde muy temprano, que de la madera, del bosque en general, como del cerdo, todo es aprovechable. Toda esa masa biodiversa sirvió, en cada momento y en función del “modelo tecnológico” usado para los diversos aprovechamientos de la misma, para asentar una población que, durante los dos últimos milenios, insisto, ha sabido pervivir en el mismo sitio, con la MADERA como alma mater de su existencia toda.

Con permiso de Vds. y con la ayuda de un poeta-cantor, voy a anotar a continuación una estrofa –de la conocida “Zamba de mi esperanza”- que vendría, a mi juicio, a resumir lo que últimamente pienso sobre nuestra “cuestión maderera”: “El tiempo, que va pasando,/ como la vida, no vuelve más,/ el tiempo me va matando,/ y tu cariño será, será.” Más de treinta años para que el antiguo Aserrío Mecánico pueda ser preservado… de la incuria de los ignorantes que, a estas alturas, tendrían ya que haber usado del poder que les dan las leyes al uso, no ya para rescatarlo del olvido sino, y más importante aún, para que tal acción se convirtiese en el precursor necesario de esa “reacción químico-social” capaz de poner en orden de marcha el resto de los “mecanismos” intervinientes en este proceso dinámico, sinergético si se quiere mirar así. Y sin embargo, ahí está –como la Puerta de Alcalá- la “iniciativa estatal” de echar a andar el complejo FABRIL-MUSEÍSTICO de la Madera de Valsaín: en fase de soterramiento y a la espera de tiempos de bonanza, digo yo. Y así, tal y como van estas cosas, es posible que tengamos que aguardar otros más de treinta años –y catorce Gobiernos, y diecisiete nuevas iniciativas ciudadanas sobre lo mismo… y abocadas, seguramente, a lo mismo que ahora- para hacerles ver a sus señorías, señoras y señores de turno, partidos y sindicatos de todos los colores y tendencias de moda política que puedan surgir en ese futuro imperfecto de subjuntivo, ¡¡Que lo forestal-maderero nos puede seguir sirviendo como base de apoyo primordial para resolver una buena parte de las necesidades vitales de quienes habitamos esta zona geográfica serrana del centro peninsular!

De aquí y de allá, de la “red”, me llegan vídeos sobre explotaciones forestales-madereras de lugares cercanos, de Soria, Burgos, Navarra y Euskal Herria, cuyos bosques de coníferas se asemejan tanto a los Pinares de nuestros alrededores –Navafría, El Espinar, Valsaín- , que ganas me dan, a la vista de lo visto, de “sugerirles” a las autoridades competentes, locales y provinciales, que organicen de vez en cuando –sobre todo para la ampliación de conocimiento de las cabezas políticas pensantes (con perdón)- unas cuantas “excursiones pedagógicas” –como las que pusieron en marcha los de la Institución Libre de Enseñanza para ir mejorando lo relativo al mundo educativo de su época- para ir asimilando algo de todo ese quehacer industrial foráneo y, consecuentemente, aplicarlo aquí, sobre lo ya experimentado al respecto hasta no hace mucho. Es decir, mirando al pasado quince años atrás, en que, tras un fortuito incendio, pereció entre las llamas la moderna y estimada, por las gentes del Sitio, “Fábrica de Maderas de Valsaín”, restaurada cinco o seis años más tarde y, actualmente, más parada que la MÁQUINA DE VAPOR existente en el antiguo “Aserrío Mecánico” –su precursor, surgido en 1884-. “Proceso” curioso –éste, el nuestro, el de la pérdida de algo tan importante para el personal de a pie de este lugar del Guadarrama como es el de un medio de vida importantísimo- todo él, desde su inicio –se puede situar en el momento en que se insta al Mº de Cultura a conservar el antiguo complejo arquitectónico-ingenieril del Aserrío, después de que alguno de los firmantes fuese avisado de que el mismo estaba condenado a ser desguazado hasta sus cimientos, de forma inminente y sin contemplación “cultural” alguna- hasta la fecha, pasando por todo ese camino reivindicativo –individual y colectivo, que de todo ha habido- cuyos frutos, aun después de las expectativas últimas de frenar el deterioro paulatino de todo el complejo fabril, siguen siendo tan amargos como los del principio, cuando otros caballeretes con poder e investidos –como ahora- por el pueblo como gobernantes, quisieron que creyésemos en su palabra de que el antiguo Aserrío quedaría a salvo y restaurado, escoltando y garantizando así, con su presencia remozada, la continuidad de la Fábrica maderera descendiente suya. Y con ser grave todo ello, que lo es, lo que le parece a un servidor mucho más acongojante en todo este lío es –permítanme que parafrasee de nuevo- esa especie de “silencio de los corderos” –o rebañego- casi generalizado, el de quienes mandan y el de muchos –que no todos- que obedecen. Salud.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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