El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, no gana para disgustos. Si el pasado martes se encontró a un combativo Patxi López que pedía los galones, ayer, su jefe durante cuatro años en el primer Gobierno socialista después de la Transición, Felipe González, dijo de él que tiene «una crisis de liderazgo», tal como reflejan las encuestas, pese a ser «la mejor cabeza política» del país. «¿Es una contradicción? Sí», comentó durante la presentación de su último libro. En el caso de Rajoy, añadió, no se ve crisis alguna porque carece de esa virtud.
Según el político sevillano, la situación de su partido se enmarca en una «crisis de credibilidad de la política» en general. Pero «si hay alguien capaz de pensar en esas cosas con inteligencia, ese es Rubalcaba».
Además, el que fuera jefe del Ejecutivo central entre 1982 y 1996 advirtió de que las elecciones primarias para decidir quién será el candidato electoral no deben convertirse en una segunda vuelta para quien no reciba el apoyo de su partido en un Congreso.
Así, el expresidente abogó por universalizar este sistema que aplica el PSOE, el partido «más abierto», para que no se entienda como una «pelea interior» por el poder en un partido, mientras las demás formaciones aprovechan para «criticar». En este contexto, observó que es «un error de los políticos» celebrar un Congreso para luego, si no lo ganan, intentar ser elegidos por su partido en unas primarias como si éstas fueran una «segunda vuelta». El recado iba dirigido a Carme Chacón, que nunca digirió del todo la derrota en Sevilla por solo 22 votos.
Respecto al calendario, González cree que el PSOE tendrá que abordar la cuestión de las primarias no más tarde de diciembre o enero, aunque indicó que le parece «completamente insustancial» que eso se haga en ese momento o ahora. Sobre los posibles candidatos, sostuvo que los considera «gente razonable y notable», sin referirse a ninguno en concreto.
De cara a la Conferencia Política socialista de este fin de semana, pidió a aquellos que reclaman un «debate de ideas», pero «no ponen propuestas sobre la mesa», que aprovechen para hacerlo ahora. Pese a admitir que ese diálogo «hace falta», afirmó que «no es lo más importante» que debe resolver el partido.
Al referirse a las encuestas sobre intención de voto, como la incluida en el último Barómetro del CIS, el andaluz reconoció que su partido «no está bien», por lo que le solicitó que no pierda su «vocación mayoritaria», ya que considera que «puede estar perdiéndola». Al igual que Rubalcaba -que denunció que había «demasiada sal y pimienta»-, González apenas le dio credibilidad al sondeo.
Para terminar, se postuló en contra de una hipotética ruptura con el PSC a pesar de sus actos de rebeldía con la consulta catalana.
