Un sorprendente y asombroso Jorge Blass maravilló al público el pasado viernes en Las Noches Mágicas de La Granja. «El arte de la magia» hizo reír y soñar a espectadores de todas las edades en la celebración del V Festival Internacional de Magia.
Los adultos fueron niños durante unas horas, inocentes e ingenuos, fascinados por el talento del popular ilusionista en el patio de la Real Fábrica de Cristales. Blass sumergió a centenares de personas en un universo mágico que monopolizó la atención del público de principio a fin. «Se me ha hecho muy corto» era la frase más repetida a la salida de la función, porque cuando algo se disfruta intensamente, no se siente el correr de las horas.
La magia invadió el ambiente desde primera hora de la tarde, con diversas actuaciones por las calles donde todos los magos mencionaban el gran espectáculo que por la noche tendría lugar. Ninguno se equivocaba. Blass irrumpió en el escenario con un gran aplauso y salió de él con una aclamación ensordecedora. No era para menos, el mago brindó una fascinante actuación con apariciones, desapariciones, levitaciones imposibles y sobre todo, magia interactiva. Tal vez ahí estuvo la clave, en su arte para cautivar a los espectadores, haciéndolos participar en sus trucos y sumergirse en ellos.
La noche comenzó con tres palomas que aparecieron de la nada de la manode Jorge Blass. A partir de un pañuelo y una figura de origami, el ilusionista cautivó a un público que aún estaba buscando la postura en los asientos porque acababa de llegar. Por si esto fuese poco, Blass transformó a las tres aves en una bella muchacha vestida de blanco, dejando a los asistentes embobados mirando el escenario.
Soñar fue obligatorio con los trucos del artista. Las risas fueron continuas, entre la fascinación y el deslumbramiento. La implicación del público estuvo presente de principio a fin, haciendo el espectáculo aún más dinámico. No podía faltar la prestidigitación con los naipes, ni el famoso truco de «adivinar la carta de una persona del público», pero siempre sorprendiendo, con un toque novedoso y diferente. Fueron varias las personas que subieron al escenario, envidiadas por unos y admiradas por otros porque la vergüenza no pudo con ellos. Los trucos mantuvieron al público atento de las manos del mago cada minuto.
La actuación también contó con la colaboración del joven mago Marc Ollé, que con apenas 18 años mantuvo al público concentrado únicamente en su truco de cartas. Aunque la técnica de este novato mago no pasó desapercibida, Blass fue el principal protagonista de la gala. El mago demostró su talento de principio a fin, cortando cuerdas y deshaciendo nudos imposibles, volviendo a crear un solo cordel fluorescente en la oscuridad de la noche, donde los ojos incrédulos del público comenzaban a soñar despiertos. La sonrisa se clavó en las facciones de todos los presentes.
Blass hizo que todos los asistentes se olvidaran de todo por una noche, disfrutando de una magnífica función con un increíble final que dejaba ganas de más: ganas de seguir soñando despiertos, de asombrarse e ilusionarse con la magia, de creer lo increíble y de disfrutar lo inexplicable. En definitiva, ganas de volver a ser niños.
