Participó el sábado en el III Encuentro con mujeres que transforman el mundo, conversando con Rosa María Calaf sobre las mujeres en el mundo árabe. Fue la primera mujer musulmana, y también la primera iraní en recibir el Premio Nobel de la Paz, por sus esfuerzos a favor de la democratización y los derechos humanos, en especial los de las mujeres y los niños. Antes de la revolución que desembocó en el actual régimen de los ayatolás, fue presidenta de la Corte de Teherán y una de las primeras juezas de su país. Aunque es persa su poeta preferida es árabe, siria, Alsanan.
Ebadi escucha con atención a la intérprete, sentada con un porte elegante. Responde a las preguntas con seguridad, paciente y amable. Parece ajena a la extraordinaria expectación y repercusión que tuvo su intervención el día anterior en la sala Ex.Presa 1, del centro de creación municipal La Cárcel de Segovia.
¿Cómo valora esta experiencia en España, en Segovia?.
Bien, la ciudad es bella y la gente muy amable. Estos encuentros me parecen importantes porque crean un red entre mujeres, una voz y el mensaje de que tenemos que volver a mirar desde otro ángulo el problema de la igualdad entre hombres y mujeres.
¿Otro ángulo? ¿Es que se está abordando desde un punto de vista equivocado?.
En el encuentro se ha visto que no es suficiente poner en el Código Civil que la mujer es igual al hombre. ¿Por qué sigue habiendo violencia contra la mujer? ¿Por qué el porcentaje de mujeres paradas es más alto que el de los hombres? Si paramos al Parlamento español, los hombres son muchos más en él, e igual ocurre en otros ámbitos de poder. Por eso es importante obligarnos a volver a pensar. No se trata de pensar que estamos más o menos atrasados aquí o en otro país, la situación es así en todo el mundo. Solo hay que ver lo que ocurre en EEUU, por ejemplo. El problema es que los cambios no han cogido suficiente velocidad para avanzar y la razón sigue siendo la misma, la cultura patriarcal dominante en todo el mundo. Esa es la raíz del problema.
Ha dicho que no se pueden achacar a la religión las desigualdades, y que se puede ser musulmana y feminista, pero en el Islam, en el Cristianismo, etc., el papel de la mujer parece secundario.
La cultura patriarcal, para justificarse, aprovecha cualquier ámbito. También la religión, pero es una interpretación masculina de la religión. Siempre se dice que dios es hombre o que Eva fue la que pecó y ahora estamos pagando por los pecados de Eva. ¿De dónde viene eso? ¿Alguien a visto a Eva pecar, comer la manzana? Es un símbolo, una invención de los hombres. Todas las interpretaciones desde el comienzo de la creación la han hecho los hombres.
¿Confía en que los cambios que se están experimentando en países musulmanes como Túnez, Egipto, incluso Siria van a ser positivos para la mujer?.
Quitar un dictador no garantiza que llegue la democracia. Estoy en contra de la expresión ‘Primavera árabe’. Podremos decir que ha llegado la verdadera primavera cuando la mujer pueda ejercer todos sus derechos. En Túnez y en Egipto las mujeres están resistiendo bien y están diciendo que la revolución no ha terminado.
Exiliada de Irán desde 2009 ¿Qué contacto mantiene con su país y qué le trasmiten quienes se encuentran allí?
Hablo con compatriotas a través de Skype y por teléfono. La Situación ha empeorado mucho en los últimos años. Cada vez hay más censura, más escuchas telefónicas y la situación económica también ha ido a peor. Hay una clase dirigente que se ha enriquecido precisamente desde las sanciones de occidente a Irán pero la diferencia entre clases sociales cada vez es mayor, hay mucha más pobreza y el valor del dinero ha bajado mucho. Por ejemplo, la alimentación en Teherán resulta más cara que en cualquier capital europea.
¿En algún momento pensó, cuando todavía presidía la Corte de Teherán en 1979 que el país podía desembocar en una situación como la actual?
No. Nadie. De ninguna manera. Si lo hubiéramos intuido no habríamos llevado al país a una revolución. En este momento, por ejemplo, mantener una red de mujeres que luchan por sus derechos en el interior de Irán se ha vuelto muy complicado y las que existen actúan en la más absoluta clandestinidad. Todos los días hay noticias de detenciones. El mes pasado el régimen detuvo a veinte periodistas. Son medidas de presión que paran las libertades.
¿Echa de menos la unidad de la comunidad internacional a la hora de adoptar medidas contra el gobierno iraní?
Lo más importante es que los países no acepten el dinero de los dictadores en sus bancos, que los gobiernos democráticos no reciban a los dictadores en sus países y que hagan lo posible por entorpecer sus mecanismos de promoción y de represión a través de las tecnologías. Que no puedan utilizar servidores para espiar a los ciudadanos, por ejemplo. No estoy a favor de medidas de fuerza, como intervenciones militares o bloqueos económicos, porque el que realmente sufre es el pueblo.
¿Está amenazada?
La amenaza es para que no hable. Mis enemigos quieren callar mi voz pero no lo consiguen.
