Una vez salvados los Presupuestos para 2011, que ayer pasaron el último filtro del Congreso gracias a los votos de PNV y CC, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se quitó finalmente la careta de no pasa nada y, garantizada su permanencia en la poltrona de Moncloa durante lo que resta de legislatura, se puso de inmediato manos a la obra para tratar de revertir esos casi 15 puntos de ventaja que todas las encuestas conceden al PP.
Con tal afán, el líder socialista se puso serio y anunció por sorpresa una profunda remodelación gubernamental en la que, olvidadas ya las veleidades propagandísticas y los gestos de cara a la galería del feminismo de izquiedas, sustituye a las ministras más decorativas por pesos pesados del PSOE, que están llamados a dar la batalla durante el año largo que resta hasta la convocatoria de elecciones generales.
Tras el terremoto anunciado por la mañana, el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, pasa a ser el nuevo hombre fuerte del Ejecutivo puesto que mantiene su cartera y se hace además cargo de la Vicepresidencia Primera y la Portavocía del Gobierno, cargos que hasta hoy mismo ocupaba la hasta ahora vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, que abandona el Gobierno para disfrutar de un retiro dorado pagado por todos los ciudadanos como integrante del simbólico pero bien remunerado Consejo de Estado.
Además, entran en el Gabinete Ramón Jáuregui, que asume Presidencia; Rosa Aguilar, desde hoy jefa de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino; Valeriano Gómez, sustituto de Corbacho en Trabajo y Leire Pajín, ahora al frente de Sanidad e Igualdad.
Tales incorporaciones suponen la salida del citado Corbacho, que ya hace semanas anunció su marcha a Cataluña; Miguel Ángel Moratinos, que era responsable de Exteriores; Bibiana Aído, ya ex jefa de Igualdad; Beatriz Corredor, encargada de Vivienda y Elena Espinosa, que detentaba la cartera de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino.
Mientras, Trinidad Jiménez, la nueva protegida de Zapatero, asciende y pasa de Sanidad a Exteriores, uno de los ministerios más trascendentes.
Más allá del cambio de nombres, que no deja de ser la sustitución de unos políticos profesionales por otros en función de los favoritismos o tácticas del momento, la crisis gubernamental se lleva por delante los ministerios de Vivienda -cuyas competencias pasan al actual titular de Fomento, José Blanco, mientras que su ex titular, Beatriz Corredor, será secretaria de Estado de Vivienda-, e Igualdad, que se incorpora a Sanidad, con Bibiana Aído todavía al frente.
Tan vasta remodelación es la segunda que acomete el inquilino de Moncloa desde que accediera a la Presidencia en 2004. Del Gabinete elegido entonces ya solamente sobrevive la vicepresidenta segunda y titular de Economía y Hacienda, Elena Salgado, que ha pasado por varias carteras y cuya permanencia como número tres del Ejecutivo se antoja una simple estrategia para evitar que ningún otro peso pesado se desgaste en exceso al frente de una Cartera que no promete demasiadas alegrías en los próximos meses.
Quizá de ahí que el centro de gravedad del nuevo Ejecutivo ya no esté centrado en las cuestiones monetarias, sino que será Rubalcaba, jefe de Interior, quien se convierte en el nuevo hombre fuerte, a decir de algunos en sustitución de José Blanco y, según los más maquiavélicos, en una nueva demostración de trabajo en equipo, puesto que él sería el destinado de llevarse todas las tortas durante el final de legislatura para así parapetar al jefe de Fomento, el verdadero tapado. En todo caso, será Rubalcaba quien dé la cara como portavoz en las ruedas de prensa tras el Consejo de Ministros, una responsabilidad que no le pilla de nuevas, puesto que ya la desempeñó durante los últimos años de la etapa de Felipe González.
Como consecuencia del cambio de rumbo, no solo el Ejecutivo se ve convulsionado, puesto que, tras recalar Leire Pajín en Sanidad, el hasta ahora presidente aragonés, Marcelino Iglesias, se convierte en el secretario de Organización del PSOE y número tres del partido que sustenta al Gobierno.
A la hora de justificar unos cambios que había negado con aparente sinceridad -como manda el librillo amarillento de la política española- hasta ayer mismo, el presidente del Ejecutivo recurrió a la palabrería más manida.
«Este es el nuevo Gobierno de las reformas, de la recuperación definitiva de la economía y del empleo», sostuvo el socialista antes de resumir la situación: Son «reformas para la recuperación», zanjó Rodríguez Zapatero sin admitir que, como se empeñó en destacar toda la oposición, el vuelco a su Gabinete, pone de manifiesto el fracaso de un equipo que ha sido incapaz de contener la sangría del desempleo y que, sin ningún triunfo en su haber, se antojaba insuficiente para afrontar con mínimas garantías el ocaso de una legislatura que se adivina políticamente muy complicada.
LOS CAMBIOS.-
Exteriores: Trinidad Jiménez
Vicepresidente primero: Alfredo Pérez Rubalcaba
Trabajo: Valeriano Gómez
Sanidad: Leire Pajín
Presidencia: Ramón Jáuregui
Medio ambiente: Rosa Aguilar
