Perdón por cebar el titular, quizá debería hablar de izquierda iliberal o reaccionaria. De la sustitución de los valores tradicionales de la izquierda por nuevas doctrinas identitarias que acaban siendo conservadoras. Hablo de ser de izquierdas siendo nacionalista, clasista o excluyente. De apoyar dictaduras, de esconder los derechos de la mujer bajo otras identidades minoritarias, de volver a la defensa de los velos. De la izquierda que aborrece la libertad de expresión, que sospecha de las libertades individuales y apuesta por una sociedad uniforme. De poner un idioma por encima de los derechos y la convivencia. De una izquierda “neocon” disfrazada de moderna, paleta y Rottenmeier, de un morado más azul que rojo. Tan de izquierdas que parece de derechas.
Esta izquierda gobierna (pero poco) España con la otra izquierda. La liberal y socialdemócrata, la que hace que la sociedad crezca y reparta, la que cree en el progreso colectivo sin menoscabar el individual. La que ha gobernado el 60% de nuestra democracia.
El experimento de la coalición empezó tarde y mal. Algunos ya estaban cansados desde el inicio por ese insoportable sermón de que al PSOE hay que obligarle a ser de izquierdas. Para sobrellevarlo se crearon dos conceptos: el progresismo y el miedo a Vox. Ambos conectados. Toda la izquierda es progreso y si alguien duda, se le explica que la alternativa es el PP, y si aún así sigue confuso, se le recuerda que gobernarán con Vox y que, como todas las parejas, se igualarán por abajo, por lo peor, y que los grandes avances y consensos estarán en peligro. La profecía autoprogramada es tan perfecta que hasta Abascal y Yolanda la asumieron y decidieron ser protagonistas en lugar de actores secundarios y necesarios. Y tratan de salir de sus rincones de nichos de ultravotos con su discurso mesiánico. Lo de Abascal se veía venir desde que se bajaba del caballo para beber de los arroyos, pero lo de Yolanda es más raro. Redondo e Iglesias la felicitan por su visita al Papa mientras ella se quita los “peep toes” en el chárter y relee las notas de la reunión: a quien madruga Dios le arruga; ganarás el pan con el sudor del de enfrente. Escribe católicos en su moleskine debajo de jóvenes y sindicalistas.
Mientras Ayuso se lamenta de la cancelación de la cena: pijo liberticida, se carga la forma más pura de libertad, que es la barra libre… Sánchez vuelve con los primeros millones de Bruselas. Europa, despreciada por Vox y por Podemos, es la única certeza. Una certeza que desprecia a su vez la derogación de la reforma laboral de Bildu y UP. Por eso Yolanda va pensado en otras cosas. Curiosos estos perfiles a los que les llega un cargazo de rebote y nada más llegar están pensando en cambiar el mundo en lugar de mejorar España. Fíjense en el exministro Castellls, excelente teórico de la comunicación y practicante de silencios. Un sabio, pero la política no solo se aprende estudiando, sino trabajando con tanta generosidad como humildad. Además de la gestión, si les sobra tiempo, podían trabajar su intención de voto, porque UP es el único que pierde apoyos y que hace que el bloque de derechas adelante al de izquierdas. Tan de izquierdas que parecen de derechas. Solo pueden gobernar Sánchez y Casado, y el primero pega tiros a sus rivales y el segundo a sus pies. Yolanda olisquea la “cuerina” del asiento de Sánchez y se siente la elegida. Bienaventurados los progres de espíritu porque de ellos es el reino de los celos.
