Los rebeldes huthis iniciaron ayer el asalto a Taiz, la tercera ciudad del país y punto de conexión con Adén, donde se encuentra actualmente el gobierno del presidente Abd Rabbu Mansur Hadi. El asalto tuvo lugar después de que Estados Unidos retirara a su personal del país por la crisis política que culminó el pasado mes de febrero con la toma del poder efectuada por los huthis sobre la capital, Saná.
El portavoz de la Embajada yemení en Washington, Mohammed al Basha, declaró en Twitter que el país se encuentra prácticamente en estado de guerra civil, un escenario al que Yemen se dirigió de manera inexorable durante los últimos meses ante la inacción de la comunidad internacional.
“Odio decir esto”, escribió Al Basha, “pero estoy escuchando alto y claro el retumbar de los tambores de guerra en Yemen”.
El asalto a Taiz tuvo lugar a escasas horas de la reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que solo se decidió a intervenir ante las súplicas del presidente Hadi, cuya residencia de Adén se vio amenazada los últimos días por aviones no identificados que incluso llegaron a bombardear sus alrededores, sin causar víctimas.
“La punta del iceberg”
A todo esto hay que sumar la masacre sin precedentes perpetrada el pasado viernes contra dos mezquitas de la capital del país frecuentadas por los houthis. Se trató del atentado más sangriento de la historia reciente del país, uno que costó la vida a 150 personas y dejó heridas a más de 300. Estado Islámico se atribuyó la autoría del atentado en un comunicado donde aseguraba que la matanza era solo “la punta del iceberg”.
Ello, sin mencionar la presencia de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP), una de las facciones más activas de la red terrorista internacional que, aprovechando la confusión y el pánico generados por el atentado, aprovechó para tomar durante unas horas la localidad yemení de Al Houtha. El Ejército yemení reaccionó a tiempo y consiguió recuperar la ciudad, aunque pagando un elevado precio como fue la pérdida de una veintena de soldados abatidos.
Hadi está convencido que detrás del avance huthi se encuentra la mano de su predecesor, Alí Abdulá Salé, expulsado del poder en febrero de 2012 como parte de la vorágine desatada por la Primavera Árabe. Salé, que escapó del país tras aceptar un acuerdo mediado por Estados Unidos y Arabia Saudí para ceder el poder a cambio de inmunidad.
“Estoy seguro que detrás de la caída de Saná el pasado 21 de septiembre se encuentra una alianza entre Salé y los huthis, en coordinación con Irán” declaró Hadi a principios de mes por medio de un comunicado gubernamental.