Al menos nueve personas murieron -una de ellas neozelandesa- y más de medio centenar resultaron heridas ayer en dos atentados simultáneos perpetrados por terroristas suicidas contra sendos hoteles de lujo del centro financiero de Yakarta, la capital de Indonesia.
Un tercer artefacto, listo para detonar, fue hallado y desactivado por la Policía en el interior de una habitación de la decimoctava planta del JW Marriot, uno de los establecimientos atacados.
El Ejecutivo confirmó a la prensa que el neozelandés fallecido es Timothy Mackay, de 62 años y presidente de la compañía de cementos PT Holcin.
Entre el medio centenar de heridos hay ciudadanos de una decena de nacionalidades -entre ellas de Estados Unidos, Corea del Sur, Canadá y China-, según los datos oficiales. Al cierre de esta edición, las embajadas de España y de los países de América Latina no habían recibido información de que alguno de sus ciudadanos se hubieran visto afectados.
La primera deflagración se produjo a las 07,45 de la mañana, en el concurrido restaurante Syalendra de la planta baja del hotel Ritz-Carlton y acabó casi al instante con la vida de seis personas.
Tan solo un par de minutos después tuvo lugar la segunda deflagración en el restaurante Airlangga del JW Marriott, situado en la tercera planta, a escasos 20 metros del otro establecimiento afectado, y reventó casi todos los grandes ventanales, destrozó el mobiliario de la entreplanta, y causó dos fallecidos más.
La novena víctima mortal perdió la vida de camino al hospital, según fuentes sanitarias, a causa de las graves heridas.
El jefe de la Policía Nacional, general Bambang Hendarso Danuri, confirmó que los ataques fueron llevados a cabo por terroristas suicidas que pernoctaron en los establecimientos para poder colocar los artefactos.
Entre los escombros fueron descubiertos dos cadáveres mutilados y sin cabeza, que podrían pertenecer a los kamikazes.
En los instantes posteriores al doble atentado se vivieron momentos de caos y angustia, con heridos ensangrentados saliendo a la calle y una nube de humo blanco envolviendo la zona. «Había gente por todas partes, mucho humo y un fuerte olor a azufre y pólvora. Me quedé blanco cuando descubrí trozos de carne humana esparcidos por el suelo», relató uno de los primeros médicos en llegar al lugar.
Las víctimas más graves fueron trasladadas rápidamente por los taxis que aguardaban junto a los hoteles, antes de la llegada de las primeras ambulancias, bomberos, policías y soldados.
El recién reelegido presidente del país, Susilo Bambang Yudhoyono, confirmó que las acciones fueron perpetradas por «un grupo terrorista», pero evitó responsabilizar a la Jemaa Islamiya, el brazo del Al Qaeda en el sudeste asiático, y al que se le han atribuido todos los atentados en Indonesia de los últimos años.
Varios analistas destacaron la terna de criterios que han guiado a los terroristas en este doble atentado: «objetivo sencillo», «perfil alto» e «impacto enorme».
Las bombas no ocasionaron grandes daños en ninguno de los dos hoteles, ya que, según la Policía, los autores de los atentados emplearon escasa cantidad de un material «muy explosivo».
Los ataques ponen fin a casi cuatro años sin atentados terroristas de cariz islamista en Indonesia, el país con un mayor número de musulmanes del mundo, más de 200 millones de fieles.
