Hechos de hoy, que traen recuerdos del ayer. Juego a Balonmano en el Imperio, había que echar una mano, teníamos jugadores estudiando fuera de Segovia y algunos fines de semana no podíamos contar con ellos. A dos partidos fuimos 11 los que nos desplazamos. En Segovia estábamos todos.
Salíamos de Segovia sobre las 15 horas, llegando a destino 6 o 7 horas después de recoger gente por el camino, para llegar al País Vasco a las tantas y con nuestro bocadillo, de cena. Estirar piernas, paseo por Anoeta y descansar. Desayuno en la Pensión, jugar el partido y al autocar; parada en un autoservicio comer un bocata y carretera.
Creía que esto ya estaba olvidado en el deporte y que si un club se inscribe en una competición, lo hace con todas sus consecuencias y más cuando me refiero al deporte femenino, que es el que más en pañales esta y más diferencias de niveles tiene.
Todos pensábamos que el futbol femenino regresaba por todo lo alto. La 1ª Liga de la Historia formada por 18 equipos. A los pocos días, nos encontramos con la realidad, del querer y no poder. El Rayo Vallecano da para cenar a sus jugadoras un pícnic compuesto por dos bocadillos, uno de jamon york y otro de pechuga de pavo y dos manzanas.
En otro deporte femenino, obvio el nombre, el equipo sale con el autocar perfectamente preparado, a las 6 de la mañana, para recorrer 550 kilómetros, realizando dos paradas para estirar piernas, comer y continuar viaje. Juega el partido y vuelta, parada donde comieron los miembros de la expedición, coger la merienda-cena en su “propio táper”, comer en ruta, hasta llegar a casa.
Esto no es serio, y estamos a mitad de temporada. El final se puede hacer muy largo.
