Con la mirada puesta ya en el arranque de la XXXV edición de Folk Segovia (Encuentros Agapito Marazuela), que se desarrollará entre el 28 de junio y el 1 de julio del 2018, es inevitable vivir, con inquietud, la sensación de querer saber si todo el esfuerzo realizado a lo largo de meses de preparativos dará los frutos deseados.
Son muchos los “palillos” que hay que tocar para poner en marcha un festival de estas características y, como suele suceder, siempre se notan más los errores que los aciertos, pero con eso tenemos que convivir los que nos metemos en estos charcos. Intentar crear espacios para la cultura siempre conlleva sinsabores e incomprensiones, que se recompensan con creces cuando vemos a espectadores que aplauden, se emocionan, sonríen, cantan o bailan, en una palabra: disfrutan.
Y ese momento llega un año más, como el verano recién comenzado y como muchos aficionados a esto de las músicas de raíz, venidos desde multitud de rincones peninsulares, que vuelven a pisar las calles segovianas en busca de ese disfrute musical que ya conocen de pasadas ediciones. A veces aparecen también caras nuevas, que, casi siempre, acaban convirtiéndose en incondicionales y regresan año tras año.
Y los de casa, gentes de la capital y de la provincia cuyos rostros forman parte del paisaje festivalero en las escaleras de San Martín, en La Alhóndiga, en la Plaza del Azoguejo, en San Juan de los Caballeros o siguiendo a los pasacalles, entremezclados con turistas de medio mundo, que también se asombran ante la riqueza colorista y musical que se les ofrece.
Y siguiendo la línea argumental que Luis Martín nos marcó en sus treinta y tres ediciones como piloto de la nave, los sonidos folk, tradicionales, de raíz, world music o como el lector quiera llamarlos, que por eso no vamos a discutir, volverán a abrir un abanico amplio, variado, desde lo ancestral hasta lo más avanzado, desde los sonidos alegres de nuestras dulzainas hasta los de la cobla catalana, mezclada con aires de media Europa. Y el día de San Pedro varias generaciones se juntarán en el Azoguejo para asistir a la magia de uno de los grupos míticos del mundo celta: Gwendal. Y qué decir de lo que nos llega de Irlanda del Norte o de Bulgaria, con Tommy Sands y Slavey Quartet, nombres que en su país son iconos y que estos días formarán parte de nuestra gran familia folk. Y los de aquí, las Cantareiras Xerfa y Xirifieras que vendrán de Galicia o Biflats desde Cataluña. Y otros más cercanos, A Traque Barraque, Orquestina Plaza Castilla, Vallarna y Alexánder Pewló Project.
Y qué podemos decir de los grupos que en las mañanas del sábado y el domingo pondrán notas musicales y de color al centro de la ciudad. Esos esperados pasacalles, en los que la variedad también se convierte en seña de identidad. De Salamanca, Albacete, Galicia, Portugal, Guadalajara, País Vasco y, cómo no, Segovia. Tamborileros, rondas, bandas de gaitas, pífanos y tambores, banderas al viento, txistularis y dulzainas, que acabarán compartiendo música y charla amistosa en el encuentro final en la Plaza Mayor. Que estas músicas tienen su riqueza en la diferencia, pero también en la generosidad y empatía de sus intérpretes.
Pero quien sigue las evoluciones de Folk Segovia, sabe bien que ahí no queda la cosa. Que el festival es una buena ocasión para dar con ese disco que lleva buscando hace tiempo y que posiblemente esté en la Feria Discográfica en La Alhóndiga. Y que siempre hay alguna exposición que merece la pena ver y que este año nos mostrará una cuidada selección de fotografías que llegan desde Albacete y que muestran paisajes rurales y urbanos en cuidado equilibrio y armonía. Y también, que grupos musicales y escritores nos traerán sus últimas novedades discográficas o literarias en esas presentaciones de discos y libros que este año estrenan sede, la Casa de la Lectura, que luce vestido nuevo. Y sabe asimismo, que cada año el festival reconoce la labor de personas implicadas en hacer valer estas músicas. Y este año ese reconocimiento tendrá el título de un programa de radio, Discópolis de RNE-Radio 3, que ya superó la cifra de 10.000 emisiones y que recibirá su director y presentador, desde sus orígenes, José Miguel López. Y qué decir de esos talleres para chicos y grandes, que este año tendrán un protagonista de excepción, el gran percusionista venezolano Yónder Rodríguez. Que nadie se descuide a la hora de inscribirse porque no le gustará quedarse sin plaza y que después se lo cuenten.

Pero también habrá novedades y tendremos la suerte de disfrutar de cine, con dos proyecciones del magnífico documental que dos productoras de Castilla y León, bajo la dirección de Pablo García Sanz, han creado con el título “¡Folk! una mirada a la música tradicional”. Un trabajo muy elaborado, con la presencia de muchos de los artistas de referencia de estas músicas, buscando dar respuesta a preguntas inherentes al desarrollo generacional de los sonidos de la tradición y a nuestras señas de identidad.
Novedad también será que La Alhóndiga, habitualmente de horario vespertino, abra también sus puertas en una de las noches del festival. Y tendremos un concierto en la provincia, intentando que Folk Segovia llegue a más lugares, con la esperanza de poder ampliar ese proyecto en años sucesivos.
Y todo esto sucede por el esfuerzo generoso de un equipo de personas entusiastas que ponen todo el cariño y buen hacer en que cada año todo salga lo mejor posible. Y sucede también porque nuestra Fundación Don Juan de Borbón y el Ayuntamiento de Segovia ponen los medios económicos para que así suceda. Y porque otros, aunque en menor medida, ayudan con su apoyo desde diversos estamentos a que las cuentas cuadren del todo, como la Generalitat de Catalunya, la Fira Mediterránea de Manresa, las Diputaciones de Guadalajara, Albacete, Salamanca y Segovia o la AIE (Sociedad de Artistas). Y los que colaboran cediendo espacios como la Junta de Castilla y León. Y gracias también al apoyo de los medios de comunicación y a las redes sociales que se convierten en altavoces del evento y hacen que el nombre de Segovia resuene en mil confines, unos lejanos y otros cercanos. Sin olvidarnos de empresas de sonido, montajes, diseño, imprenta, marcas comerciales, comunicación… que arriman el hombro y facilitan las cosas para que todo llegue a buen puerto. O los que insertan su publicidad en la cuidada y explicativa revista que sirve de guía para los espectadores. Y, por supuesto, el público, que año tras año, hace que la magia continúe y anima a que la rueda siga girando.
Así se presenta esta XXXV edición. Los que tenemos el deber de intentar que todo salga bien y que las gentes de Segovia y los que acudan a visitarnos, disfruten de este abanico de actividades, de estas músicas que forman parte de lo más arraigado y que evolucionan con el paso del tiempo, como música viva que es, contamos las horas esperanzados en que Folk Segovia sirva para emocionar, disfrutar y soñar, para cantar y bailar, para compartir… En definitiva, sirva para encontrarnos una vez más con muchos de los aspectos agradables que la vida nos ofrece.
—
(*) Director de Folk Segovia.
