A sus 83 años, María —nombre ficticio— sigue defendiendo a capa y espada su autonomía personal frente a la opinión contraria de sus familiares. Vivir sola tiene sus ventajas pero también tiene riesgos para una persona mayor, expuesta a cualquier contingencia que, por su edad, puede resultar peligrosa o incapacitante. Ahora, puede hacer su vida con la seguridad de poder encontrar voces amigas y atención inmediata a través del servicio de teleasistencia domiciliaria que desde hace 25 años gestiona Cruz Roja en Segovia. En este tiempo, centenares de personas han pasado por la misma situación que esta ficticia usuaria y se han visto beneficiadas por un servicio que está integrado dentro del marco de intervención para las personas mayores o con discapacidad que la oenegé presta en la provincia.
Ana Mínguez, responsable del servicio de teleasistencia de Cruz Roja en Segovia, explica que este servicio une a su carácter asistencial para cualquier situación de emergencia la vertiente preventiva y social, ya que su objetivo es mantener e incrementar la relación de los beneficiarios con su entorno y evitar el aislamiento, así como detectar e intervenir en posibles situaciones de riesgo.
Así, el servicio dispone de 529 terminales que prestan atención actualmente a 605 personas, ya que con un mismo terminal se puede prestar servicio a dos o tres personas del mismo núcleo familiar. El acceso al servicio es muy sencillo, y puede realizarse a través de Cruz Roja o de los centros de acción social. Una vez formalizada la petición, Cruz Roja envía un asistente social al domicilio del usuario para explicarles el funcionamiento del servicio, así como del equipo telefónico que será instalado a tal fin. Días más tarde, el instalador pone a punto el terminal y reitera al beneficiario las explicaciones sobre su funcionamiento, así como una serie de recomendaciones para garantizar su eficacia.
La gestión de las llamadas se lleva a cabo a través de la central autonómica de Cruz Roja en Valladolid, que mantiene el servicio las 24 horas del día, aunque los datos de los usuarios son remitidos desde las distintas sedes provinciales. Así, cuando un usuario realiza una llamada o pulsa el colgante que lleva al cuello, se pone en marcha la maquinaria asistencial para prestar el servicio al usuario lo antes posible.
“Cuando la llamada llega a la central, el operador cuenta ya con todos los datos del usuario, y a medida que avanza la conversación, se puede avanzar en solicitar o derivar a otros servicios si el caso así lo requiere —explica Mínguez—. Una vez finalizada la intervención, desde la central se realiza un seguimiento de las actuaciones derivadas para saber el estado de la persona atendida y se hacen llamadas de seguimiento periódico para comprobar el mantenimiento de los aparatos”.
El perfil medio del usuario de este servicio es el de una persona mayor, con una media de edad de 80 años, y con enfermedades crónicas o discapacitantes que hacen necesaria una vigilancia de su estado. Para acceder al servicio, se exige que los usuarios tengan facilidad para poder comunicarse, ya que de otra forma no sería operativo. En este sentido, Mínguez explica que para muchos usuarios, la teleasistencia “es un elemento extraño que les puede trastocar en muchos casos, sobre todo en patologías de enfermedad mental; y para eso disponemos de otros servicios como los localizadores de personas que no resultan tan invasivos”.
400 actuaciones anuales.– De las llamadas que el servicio de teleasistencia recibe, se derivan entre 30 ó 40 actuaciones de toda índole, lo que supone cerca de 400 actuaciones anuales. En su mayoría, las actuaciones tienen que ver con casos de urgencia, aunque en muchas otras los usuarios acuden a este servicio en busca de una voz amiga con la que poder resolver problemas domésticos. «Hace poco, una mujer nos llamaba porque habían ingresado en el hospital a su marido y los médicos le impedían visitarle, y nos pedía que nos interesáramos por su estado de salud – comenta Mínguez- y este es uno de los ejemplos de la utilidad de este servicio». El precio marcado para sufragar los gastos de la teleasistencia es de 19 euros mensuales, en el que se incluye la instalación y el mantenimiento de los equipos y las visitas posteriores, y el tiempo de permanencia puede ser el que estime el usuario, aunque desde Cruz Roja se recomienda un mínimo de dos meses, ya que la tramitación de la concesión del servicio puede prolongarse.
