El sector del vino ha sido escenario en los últimos años de un profundo proceso de cambios, sobre todo en lo que afecta a las cotizaciones y los mercados. Se ha pasado, en resumen, de una grave situación de excedente y temores en la producción, a otra donde prácticamente las bodegas se hallan ya casi sin producto que vender y lo que tienen está bajo contrato a precios muy superiores a los que pagaban hace solo dos años. El volumen de existencias se situaría en solo el 10%.
En las zonas de las producciones más importantes en volumen y, sobre todo, allí donde los caldos baratos son los dominantes, la situación en la producción ha dado un vuelco. Sin llegar a la euforia, el vino tiene un precio y el mismo ofrece al menos una cierta rentabilidad como para no tirar la toalla. La razón de este cambio se ha debido las exportaciones, a una menor cosecha en contra de lo que se esperaba, y también, a los precios más elevados del azúcar para el segmento de los mostos. La nueva situación viene a poner de manifiesto que nunca sobró vino y que lo que faltaban eran salidas, fundamentalmente en el exterior ante la caída libre de la demanda interior.
El sector abordó el nuevo período tras la reforma de la Organización Común de Mercado con una cierta preocupación. Se cambió el sistema histórico y se implantaron pagos acoplados. Se eliminaron mecanismos de regulación de los mercados y otros como el sistema anterior de destilación. Se temía que se produjera el hundimiento y que los excedentes lo coparan todo. Pero no ha sido así.
Un primer dato coyuntural que ha afectado al comportamiento del mercado en la última campaña ha sido el volumen de la cosecha. Frente a una cantidad esperada de unos 40 millones de hectolitros, la producción oficial bajó a solamente 37,2. De esa cifra, 13,7 millones correspondieron a zonas con denominación de origen, 2,9 a otras zonas con indicación geográfica protegida, tres millones a producciones varietales, 12,5 a zonas sin denominación de origen y 0,2 a otros productos, cifras a las que sumarían 4,7 millones en la producción de mostos.
Frente a ese volumen de la oferta, las exportaciones siguieron su camino ascendente hasta los 22,3 millones de hectolitros, cifra a la que se añaden otros tres de mostos. El consumo interior sigue siendo una incógnita, aunque se cifra en unos 10 millones de hectolitros. Esta campaña, la destilación de alcoholes ascendió a 2,8 y, finalmente, hay otro millón de hectolitros para vinagres.
El nuevo record de las exportaciones hasta los 22,3 millones de hectolitros, aunque se mantienen en sus niveles los vinos mayor calidad y a precios elevados, se logró especialmente en base a precios medios bajos en los envasados y, sobre todo, aumentando el volumen comercializado de graneles que supusieron más del 50% sobre el total. El precio medio de venta de los caldos exportados fue de solo un euro por ese peso de los graneles a un 0,50 euros cada litro. Esos vinos, en una parte muy importante sirvieron para abrir nuevos mercados como China y para consolidar otros nuevos en los países del Este. Pero, en su parte más negativa, están las ventas de graneles que fueron a engordar las posibilidades de competencia para operar los mercados mundiales de italianos o franceses. En todo caso, y al margen de las críticas, son unas exportaciones positivas en cuanto que lograron liberarlos excedentes que pesaban sobre las bodegas.
En ese escenario de una producción corta, un 8% menos que en la campaña anterior, los resultados sobre el conjunto del sector han sido positivos. En la temporada pasada, los precios para un vino a granel se situaron en una media de 1,8 euros por hectogrado. Este curso, los mismos caldos han alcanzado unas medias muy superiores, lo que supone un importante alivio para los productores.
En el desarrollo de esta nueva situación del sector, sobre todo para los de calidades inferiores, han jugado un papel importante grupos industriales que adquirieron vino en el mercado para su comercialización. Pero, de la misma forma, también han sido protagonistas algunas de las cooperativas que han entrado directamente en los mercados con sus graneles, casos de las entidades manchegas Virgen de las Viñas o Baco. En el caso de esta última, según su responsable, Ángel Villafranca, el volumen comercializado se elevó a 1,3 millones de hectolitros.
El siguiente paso sería avanzar en la comercialización de una parte de los mismos como embotellados con un mayor valor añadido como ponen de manifiesto en los datos sobre exportaciones de la campaña anterior.
