Tres compañeros de trabajo [Álvaro Moreno, José Ángel Matarranz e Ignacio Tapia], apasionados por el mundo del vino, conocieron un buen día a un vitivinicultor segoviano, Ismael Gozalo, copropietario de ‘Ossian Vides y Vinos’. Nació entre ellos una amistad que acabó propiciando la creación de un nuevo vino, cuya elaboración decidieron que se realizara en la bodega de Gozalo en Nieva. Hasta ahí, la historia resulta convencional. Sin embargo, la aventura dio un giro de 180º cuando los promotores determinaron que su proyecto tuviera una vertiente solidaria, dedicando todos los beneficios obtenidos a algún proyecto social. Así nació ‘C2C’, que significa “con dos caras”, en referencia a una cara enológica y a otra solidaria.
El proyecto arrancó en el verano de 2009, cuando los cuatro socios elaboraron cuatro barricas de vino verdejo. “A principios de 2010, tuvimos la sensación de que nos estábamos quedando cortos, que estábamos elaborando lo que esperábamos que fuera un gran blanco pero que debíamos probar también a hacer un vino tinto”, recuerda ahora Moreno. Después de valorar la posibilidad de adquirir un vino ya parcialmente elaborado, los socios optaron por uno de Toro, de 2008. Los cuatro socios son de la opinión que el vino se hace en la viña, por lo que, tanto en el caso del blanco como en el tinto, han tratado de buscar viñas que aporten la mejor materia prima. La elaboración fue prácticamente artesanal, ya que los promotores defienden la idea de intervenir lo menos posible en ella, emplear métodos tradicionales y en ningún caso utilizar productos químicos.
Ya en verano de 2010 quedó definida la vertiente solidaria del proyecto. “No somos una ONG, nos gusta más calificarnos como una pequeña y humilde bodega que destinará íntegramente sus beneficios a causas solidarias”, explica Moreno, que quiere que quien compre una botella de C2C lo haga “por la calidad de la misma, no como una donación a una causa social”. En ese sentido, agrega que el proyecto tiene dos caras, “pero el proyecto solidario es consecuencia del enológico y no al contrario”.
De momento, la producción de los dos vinos C2C, que ayer comenzaron a comercializarse (c2c@c2cvinosolidario.es), es pequeña, unas 3.000 botellas al año. “Nuestra intención es venderlo directamente al consumidor”, señaló Moreno, que esperó que la totalidad de la producción se despache antes del próximo mes de enero.
De cara al futuro, y para el vino blanco C2C, los promotores de esta iniciativa se decantan por el verdejo segoviano, procedente de viñedos de Nieva, Aldehuela del Codonal y Santiuste de San Juan Bautista, donde se encuentran algunos de los mejores majuelos de la Denominación de Origen Rueda.
Para la elaboración de tintos han buscado viñedos de Castilla y León. De momento, han seleccionado un majuelo en Cebreros, zona de gran tradición vitivinícola pero un tanto denostada en las últimas décadas, y una pequeña viña en la Ribera del Duero, en el pueblo de Hontangas, situado en una ladera desde la que se disfruta de una colorista panorámica de la vega del río Riaza.
Sobre los proyectos solidarios que se financiarán con los vinos C2C, los promotores de la idea prefirieron ayer no vender la piel del oso antes de cazarlo. “Hasta que no hayamos vendido toda la producción no elegiremos la entidad a la que entregamos el dinero”, dijo Moreno, “pero posiblemente sea una que trabaje con la infancia”.
