La Segoviana sumó en la tarde de ayer tres puntos que le sirven para volver a engancharse a la lucha por la permanencia en la categoría, después de derrotar a un Real Unión de Irún que, simplemente, se equivocó de rival, porque centró sus esfuerzos en competir contra las decisiones del árbitro antes que con su oponente. Y meterse en esos “fregaos” con los colegiados nunca sale rentable; bien lo sabe la Segoviana, que en estos temas tiene hecho un Master.
Antes de cumplirse el primer minuto de partido, el gallego Pérez Pallás dejó clarísimo su listón a la hora de mostrar las tarjetas. Balón por los aires, Ricardo salta y recibe el cabezazo de Barranco, que llega tarde y ve la primera tarjeta amarilla del encuentro. Quizá otro equipo hubiera entendido el “mensaje” arbitral, y la Segoviana lo vio muy claro, pero el Real Unión, víctima de sus urgencias, no lo entendió así, y durante la primera media hora de partido, hasta que se quedó con diez por la absurda (y justa) expulsión de Sellares, el colegiado fue coleccionando amonestaciones a los visitantes por saltar con los brazos arriba, buscando imponer su fuerza por alto. Bien que pagó el conjunto visitante tras el descanso sus excesos en los primeros cuarenta y cinco minutos.
Mientras que el Real Unión se equivocaba con el árbitro, la Segoviana se equivocaba a secas. La fragilidad defensiva que mostró el equipo azulgrana quedó evidenciada en la acción del 0-1, cuando entre Chema y Palacios no fueron capaces de despejar un balón que acabó en los pies de Galán, quien marcó con un buen remate al palo largo, y posteriormente desató las protestas del respetable cuando David Durán se equivocó de parte a parte, al pifiar un despeje fácil, dejándole el balón franco a Sellares para que éste marcara el segundo tanto visitante.
Pero si en el lado azulgrana la defensa no rayaba precisamente a gran altura, en la parcela irundarra la cosa no pintaba mejor, porque en el tanto del empate a uno hasta tres jugadores azulgrana tocaron el balón tras un saque de esquina (y tampoco habla en favor de la defensa visitante el hecho de que Dani Palacios rematara totalmente solo a portería), mientras que en el 2-2, entre Ricardo, Pino y dos zagueros el esférico le acabó cayendo al más listo, que en este caso fue el delantero azulgrana, que lanzó flojito para marcar el empate con un montón de suspense.
Por aquel entonces (minuto 29), el Real Unión ya estaba con un jugador menos porque Sellares no supo dejar sus codos quietos. Con la superioridad numérica, la Segoviana logró devolver las tablas al marcador, e incluso pudo haberse ido al descanso con un tercer gol si un duro remate de Font no se hubiera estrellado en el larguero. Las sensaciones que dejaba el partido en el descanso eran de que los de casa, si sabían jugar sus bazas, podrían llevarse el partido.
La segunda parte transcurrió con escasas acciones dignas de mención, salvo una buena parada de Durán a lanzamiento de falta de Mario Martínez, hasta que llegó el minuto 73, momento en el cual el colegiado se cansó de las tonterías de Yuri, empeñado en perder tiempo en un saque de banda cuando ya tenía una tarjeta amarilla, y le mostró la segunda para enseñarle el camino de los vestuarios. Esto desató los nervios en el cuadro visitante, y Mario Martínez agarró el brazo del colegiado intentando evitar la tarjeta para su compañero, y recibiendo por el contrario su segunda amonestación. Total, que en medio minuto el Real Unión pasó de jugar con diez a hacerlo con ocho.
Con la afición pensando que así se las ponían a Felipe II, (¿o era a Fernando VII?), al equipo de casa le entraron los agobios, y tardó en comprender lo que tenía que hacer para ganar el partido. Maroto metió todo lo que tenía en el banquillo para tratar de marcar el 3-2, que acabó llegando a cuatro minutos de cumplirse el tiempo reglamentario, en un buen centro de Palacios que Anel remató de cabeza con la contundencia que le caracteriza.
Todo el mundo entendió en ese momento que el partido había terminado, menos Dani Cara. El joven almeriense se vio con la oportunidad de demostrar parte de la calidad que tiene, y forzó un penalti que Fran Dorado se encargó de transformar colocando el balón en la escuadra. La Segoviana acabó ganando el partido, mientras que el Real Unión se quejó amargamente de las decisiones arbitrales. Quizá con un trencilla menos riguroso el conjunto vasco hubiera tenido sus opciones, pero el colegiado que tocó en suerte no consintió lo que otros sí pasan por alto, y el equipo de Olabe no entendió que a veces es más inteligente no jugar al límite del reglamento, y centrarse en lo que verdaderamente importa, que es ganar el partido, y no al árbitro.
