Víctor Sanz Gómez, de Caballar, es un apasionado de la música. Desde pequeño se ha criado entre dulzainas y tamboriles, ahora busca mostrar todo ese arte que ha aprendido a lo largo de los años.
¿Qué fue lo que le llevó a dedicarse a la música?
Desde niño siempre he vivido la música en casa, mis padres cantan, la familia paterna también se ha dedicado a la música, mi bisabuelo era tamborilero… esto ha favorecido a mi amor por la música.
¿Por qué decidió tocar la dulzaina?
Pues porque mi padre comenzó a dar clases de dulzaina en Turégano, al tener el instrumento en casa pues lo aprendí a tocar. De todas maneras, ya sabía tocar la flauta, me hacía tambores improvisados, así que no le hago ascos a ningún instrumento.
¿Cómo cree que influye la música tradicional en la identidad de los pueblos?
Pues es fundamental. Hay un patrimonio que se ve, que es el material, que es la arquitectura, por ejemplo, la escultura, la pintura, y hay otro patrimonio que es el intelectual y ahí la música entra de lleno. Cada región, etnia, o zona tiene su identidad musical, sus escalas, sus bailes y esto tiene un trasfondo histórico.
Aquí en Segovia, la dulzaina y el tamboril son parte de nuestra identidad.
¿Qué papel tiene la educación musical en el desarrollo cultural de una comunidad?
Que en nuestros pueblos los niños aprendan esos cantares antiguos que cantaban sus abuelas o sus padres o sus madres, es fundamental dado que la infancia es la edad propicia para adquirir esos aprendizajes. Al igual que se adquiere las matemáticas u otro tipo de rama del conocimiento. Lo que echo en falta es la formación en etnomusicología, para tener mayores recursos.
En el caso de Segovia, desde el CEFIE de Segovia, sí que se promueven cursos de formación para docentes en este tipo de ámbitos.
¿Cree que se puede mantener viva la cultura rural en un mundo cada vez más globalizado?
La tradición, en el caso de la tradición musical, ya en el siglo XIX, cuando empieza la industrialización y empiezan a surgir los medios de locomoción y la música, como todo, se expande. En el caso del folklore segoviano, en el repertorio de dulzaina está muy claro cómo Agapito Marazuela recoge en su cancionero la secuencia del baile antiguo de rueda o tantos otros testimonios de dulzaineros del pasado. Por lo tanto, claro que hay globalización y claro que afecta, pero tenemos que saber hacer que todo sea para el bien de la cultura.
¿Cree que en Segovia se cuida bien esta tradición musical?
En Segovia hay gente que hace las cosas muy bien, que se lo curra mucho. Tengo buenos amigos que dan cuenta de ello, que investigan, que se preocupan por hacerlo. La Diputación Provincial, a través de su Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana, también apoya a través de becas y publicaciones estos trabajos.
También es cierto que ya somos los últimos, somos esa última generación que vivió la sociedad preindustrial, que es la que podemos marcar como el origen de ese patrimonio cultural y material cuando hablamos de la música.
No vamos por mal camino, pero la labor que hacemos es importante y urgente. Entonces, aunque se está haciendo mucho y bien y con apoyo de instituciones, sí, pero se podría hacer mejor, por la urgencia que hay en el tema de la recopilación.
¿Ve interés desde las personas más jóvenes hacia esta tradición rural?
Si te hablo del ejemplo de mi pueblo, Caballar, sí que hay un interés de los chavales. Están ensayando con los paloteos para hacer ese repertorio, ya no solo en la fiesta del pueblo, sino allá donde nos llaman. Entonces, los chavales sí que esa parte del patrimonio cultural la defienden y les gusta cultivarla y difundirla. Y como Caballar, otros muchos pueblos de la provincia, ahora que estamos en verano, que están preparando sus danzas para las procesiones o los festivales de sus pueblos.
El folclore más vocal, el folclore cantado, digamos, que no se le pone tanto cuidado en la divulgación y que, a lo mejor, por falta de conocimiento de las generaciones jóvenes, ellos no centran ahí su atención. Pero no es tanto por culpa de los jóvenes, sino de los que tenemos la tarea de difundir y divulgar ese folclore
¿Cómo ve el futuro de los pueblos pequeños?
A la vista esta que el sistema urbano colapsa en momentos como el apagón, y puede que el futuro no sea rural, pero no puede ser que toda la gente se condense en las mismas zonas, porque no es bueno, ni siquiera para el propio país. La vida en el pueblo es más sana, sin tanta contaminación, mas tranquila… No digo que la vida urbana sea mala, digo que llegará un punto en el que sea, quizá, insostenible.
A pesar de todo eso soy consciente de que vivir en un pueblo tiene sus desventajas como las oportunidades laborales… Pero si esto fuera un desierto desde Madrid a Valladolid, pues aquí camparía a sus anchas quien quisiera.
Finalmente, ¿qué es lo que más le inspira en tu día a día?
Que Caballar siga siendo un pueblo, que yo como vecino pueda contribuir a que ello siga siendo así y que los que nos sucedan puedan disfrutar de él y vivir él.
