Apenas un mes de preparación. Venezuela cerró ayer la campaña electoral más corta en la Historia del país caribeño en la que ha tenido un papel importante el fallecido dirigente Hugo Chávez.
En su mitin de clausura, el presidente encargado y candidato por el Partido Socialista Unido (PSUV), Nicolás Maduro, prometió que, de ser elegido, voltearía el sistema eléctrico nacional, que actualmente se caracteriza por los fallos y los apagones en los territorios del interior.
En un multitudinario acto en la avenida Simón Bolívar de Caracas, el aspirante estuvo acompañado, entre otros invitados, por el futbolista argentino Diego Armando Maradona, que viajó a Venezuela expresamente para apoyar a Maduro, debido a la amistad que unía al exdeportista con Chávez.
Por su parte, el cabeza de lista de la oposición, Henrique Capriles, que realizó ya su propio baño de masas el pasado domingo en la capital, decidió no cerrar su campaña en un evento masivo, sino en reuniones hasta el último minuto con ciudadanos que viven en la principal ciudad de la nación.
El candidato de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha mantenido en las últimas semanas un programa similar al realizado en las elecciones presidenciales de octubre -en las que fue derrotado por Chávez-, acudiendo puerta por puerta para conseguir el respaldo necesario.
El líder de la derecha aseguró que llega confiado a la cita con las urnas: «Me atrevo a decir que ganaremos», expresó, justificando su optimismo en base al entusiasmo de sus seguidores y a la supuesta debilidad de su adversario entre los venezolanos.
Final empañado
A pesar de que existen otros seis candidatos a la Presidencia, los sondeos apenas les conceden importancia en intención de respaldo en las urnas. A partir de hoy, no se podrán realizar anuncios electorales para pedir el voto por ninguno de los candidatos, una tarea que se encargará de supervisar el Consejo Nacional Electoral.
Si bien la campaña se ha caracterizado por los continuos ataques verbales entre los dos máximos aspirantes, la violencia se hizo un hueco en el último gran mitin de Capriles, donde un grupo de encapuchados llevó a cabo un ataque que dejó al menos 14 personas heridas en el estado de Mérida.
Al acabar el acto electoral, los agresores, montados en motocicletas y con la cara tapada con pañuelos rojos «golpearon a los asistentes, que salieron corriendo del lugar», señaló el arzobispo de Mérida, Baltazar Porras, que presenció el suceso porque uno de sus objetivos fue el Palacio Arzobispal.
«Algunos de los encapuchados quisieron aprisionar a la gente con el portón de hierro que da acceso al aparcamiento del Palacio y la empujaron de tal manera que tumbaron el portón y el mismo cayó encima de tres personas», relató, al tiempo que denunció que, a pesar de que los transeúntes pidieron ayuda, «la Policía no tomó cartas en el asunto». «Uno de los efectivos me hizo saber que tenían orden de no tomar ninguna medida contra los que estaban de rojo», señaló.
