Un paisaje frondoso, propio de cualquier película melodramática con un viaje de tren en el argumento. Algunas gotas de lluvia acompañando el viaje y la radio sin señal, a media hora de comenzar el partido que más tarde significaría la esperanza de un país. De esta forma comenzaba para mí el ‘XIX Concierto de las Velas’ en Pedraza de la Sierra.
Prometía ser una gran noche y lo fue, al margen del orgullo patrio que esa noche se nos encendió a todos. Las velas se iluminaron en la villa, como cada primer sábado de julio emocionando a nativos y forasteros. El baile medieval de luces y sombras había comenzado en la fortaleza. Niños y mayores se agolpaban junto a las velas aún apagadas para poder encender, para algunos una esperanza y para otros una nueva sensación.
La realidad es que al igual que en la televisión, en Pedraza había dos equipos. Aquellos que decidieron disfrutar de la velada, nunca mejor dicho, y los que optaron por vivir la emoción del fútbol en los bares, en las terrazas o intentando coger la señal de radio en el rincón de alguna callejuela. Sintiéndolo mucho, 22 camisetas y un balón fueron más fuertes que el concierto de la ‘Trinity Collage of Music’. Los excesos nunca fueron buenos y en este caso fue mejor que el fútbol robase algunas almas aquella noche. Se podía pasear tranquilamente sin agobios y entrar a los establecimientos sin problemas. Fue positiva en ese sentido la coincidencia de estos dos acontecimientos, aunque los que deseaban aquella noche ver al director Nic Pendlebury no dudaron en entrar al concierto y olvidar el deporte.
El olor era distintivo y especial, un aliciente más para que las emociones de los viandantes brotasen en el ambiente junto con la música de los violínes de fondo. Un marco irrepetible intercalado algunos instantes, con ¡uys! y otras onomatopeyas propias de un partido de cuartos de final.
PRÓXIMA CITA
Desde luego no hay duda que es un escaparate fabuloso de la provincia de Segovia. Todos deberían asistir alguna vez a los conciertos de las velas, no cabe arrepentimiento posible ni reproches de distancias. El próximo sábado habrá una nueva oportunidad de visitar la villa, encender velas, oír un estupendo concierto de la Orquesta ‘Strauss Festival Orchestra Vienna’ y disfrutar de una inolvidable noche de verano en un escenario medieval incomparable, Pedraza.
La noche de las luces
El atardecer dejaba entre ver las candelas comenzando a iluminar, lo que posteriormente sería un espectáculo en todos los rincones de la villa.
Ventanas, puertas, rejas y caminos conducían a los visitantes por las callejuelas del lugar. Parejas, niños, ancianos, extranjeros, madrileños y segovianos, todos cabían el sábado en la primera de las noches mágicas de Pedraza.
30.000 velas encendidas amenizaron la noche del sábado, acompañada de una orquesta y un pase a las semifinales del Mundial.