Algunos de los testigos que intervinieron en el juicio por el caso de La Higuera, descartaron que pudiera haber motivos pasionales en el desenlace final, que supuso la muerte de Rosa de Andrés.
De este modo se desmontó la teoría que desde el principio manejaba J. L.R., uno de los principales acusados por este suceso ocurrido a finales de verano de 2012. Éste había atribuido a su hermano una posible discusión sentimental en el domicilio de ella.
Sin embargo él hermano, G.R., prestó ayer declaración ante el Tribunal de la Audiencia Provincial y negó tal extremo, como también hicieron otros testigos como el propio ex marido de Rosa, quien señaló que entre ella y G. “no había buena relación, sino todo lo contrario”.
G.R. manifestó que, a pesar de que dejó a su hermano su chalé de La Higuera para vivir cuando se separó de su pareja, no mantenían una buena relación fraternal. De hecho también habían dejado de trabajar juntos y evitaban encontrarse cuando el primero acudía a su vivienda de La Higuera, con una periodicidad semanal.
Esa relación distante entre los dos también fue corroborada por la hermana de ambos, R.M.R, quien confirmó el rencor que su hermano J.L.R. mantenía hacia G.R, al que «culpaba de todas sus desgracias». «Decía que no encontraba trabajo porque G.R. hablaba mal de él o que lo había dejado con su novia porque no le pagaba lo que trabajaba en el taller».
La hermana del principal acusado dijo que no creía a J.LR. capaz de matar pero que tampoco «pondría la mano en el fuego» por lo contrario.
Ella también se refirió a los problemas de salud que él sufre desde muy joven en materia respiratoria, “que le han generado algunos problemas”, dijo como tener que ser hospitalizado en alguna ocasión.
G.R. manifestó que su hermano podría guardarle cierto resentimiento por el hecho de que él se haya hecho cargo del hijo de J.L.R. tras quitarle los Servicios Sociales de la Junta la custodia del hijo que tenía con la única mujer que está acusada y en prisión por este asunto que se sigue analizando.
G.R. defendió su inocencia y contradijo así a su hermano. Negó que la noche de los hechos violentos se encontrara en el chalé de La Higuera, donde sí que estuvo la noche anterior durmiendo. Lo hizo para comprobar los rumores que había entre el vecindario sobre presunto tráfico de drogas en su domicilio y en el que habitaba de vez en cuando también una pareja llegada de Bilbao, a los que la Fiscalía les acusa de encubrimiento.
De este modo, la jornada de ayer estuvo protagonizada por los familiares del principal acusado, pero también de la víctima mortal. La sala de la Audiencia se quedó pequeña para acoger a tanto público como acudió a la segunda ronda de declaraciones por el crimen de la pequeña localidad segoviana, un caso que juzga un jurado profesional al considerarse que la finalidad de la muerte fue el robo.
Tras el paso por el tribunal el día anterior del presunto homicida y otras cinco personas acusadas por el Ministerio Fiscal de encubrimiento, falsedad documental y receptación, ayer martes comparecieron en total 14 personas. Además de los familiares también estuvo el pastor extranjero que halló los restos del cadáver en un paraje de Lastras del Pozo; trabajadores o dueños de los establecimientos donde fueron vendidos los efectos robados a Rosa María; o el de un estanco en el que se formalizó un contrato de compraventa de su vehículo.
Los familiares de la fallecida señalaron también que ella nunca habló de tener pareja y que incluso aseguró que, tras divorciarse, no quería más hombres en su vida. También negó tal situación el propio G.R. quien dijo que había entrado en su casa una vez por un problema de humedades, pero que luego solucionaron.
Posteriormente la tuvo durmiendo en su sofá tras encontrarla en estado de embriaguez en un bar del municipio.
Los familiares y allegados de Rosa negaron que ésta tuviera afición a beber alcohol, salvo en ocasiones muy ocasionales.
Rosa María de Andrés fue vista por última vez el 5 de septiembre de 2012 y su cuerpo sin vida fue hallado un mes después en un paraje de Lastras del Pozo. La Fiscalía mantiene que el 6 de septiembre J.L.R, vecino de la víctima, accedió al chalé de ésta para robar y le golpeó con una porra hasta la muerte al ser sorprendido. Introdujo después el cuerpo en el maletero de un coche propiedad de la mujer, limpió la sangre y se apoderó de joyas, una televisión y un portátil. Posteriormente trasladó el cadáver hasta Lastras para ocultarlo y vendió los efectos sustraídos con ayuda de los otros acusados.
El Ministerio Público solicita 22 años y seis meses de cárcel para el principal acusado y penas de entre un año y nueve meses y cuatro años y medio para los otros cinco por encubrimiento, falsedad documental y receptación en cada caso.